Los disparatados planes independentistas del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, no son del agrado de la práctica totalidad de los grandes empresarios catalanes. Puigdemont ha intentado tranquilizarlos, sin éxito alguno, en una reciente reunión del Círculo de Economía de Sitges. La primera empresa en reaccionar ha sido la constructora FCC propiedad de uno de los hombres más ricos del mundo, el mejicano Carlos Slim. La sede de este gigante está en Barcelona, sin embargo, la última junta de accionistas se ha convocado en Madrid. No es la única empresa que tienen un plan de huida por si hay secesión.

El "sí es sí" del presidente de la Generalitat, hace temer que lleve a cabo sus intenciones poniéndose por montera la Ley, la Constitución, el Estado de Derecho y todo lo que pretende saltarse a la torera, por seguir con el símil taurino, y que no hace otra cosa que poner de manifiesto su irreflexión, su imprevisión. Mientras hay empresarios, muy pocos, los de ocho apellidos catalanes, que le están haciendo el juego al presidente, el resto no ve con buenos ojos la deriva secesionista. En el caso de Fomento de Construcciones y Contratas, sus Estatutos recogen: "El Consejo de Administración queda facultado para cambiar el domicilio social dentro del territorio nacional". Porque resulta que la nación en la que opera esta empresa no es otra que España. Si Cataluña quiere segregarse ya no es España, es otra cosa incierta. Y los grandes empresarios no están por la labor de incertidumbre alguna y menos política.

La gran verdad es que el poder económico no está junto al presidente de la Generalitat. El poder económico quiere operar en un marco de seguridad y Cataluña, a día de hoy, no lo ofrece. Es que ni La Caixa de Fainé se muestra partidaria del asunto. Quizá porque Isidro Fainé no es tonto y sabe que aventuras como esa no conducen a ninguna parte. Ya lo dejó bien claro Joan Tardá, en una entrevista realizada en "Los Desayunos de TVE': "Si La Caixa quisiera la independencia de Cataluña, quizá ya la tendríamos". Pero es que la Caixa no quiere. Como tampoco la quieren los grandes empresarios. Saben que se la juegan y lo que se juegan y la cosa no está para jueguecitos de ese tipo.

Fomento de Construcciones y Contratas cuenta con 50.000 empleados. Si la empresa se va de Barcelona o se divide, ya sé que perdemos todos, pero quienes más arriesgan son los catalanes. No sé de donde coño está fiebre secesionista que les ha entrado. Es un pulso, una cabezonería, un "coup de force" a la catalana. En El resto de España los catalanes siempre han sido admirados y queridos, precisamente por su valía en los negocios y otras cuestiones. Cataluña, digan lo que digan Tardá, Mas, Pujol, Puigdemont, Homs y demás siempre ha sido la niña mimada del Estado español. Solo Pedro Sánchez y Pablo Iglesias están dispuestos a desgajar España para darles capricho. A ver si no por qué se están desmarcando tantos socialistas con sentido de Estado, de la deriva en la que Sánchez va a empezar a navegar.

La banca catalana en general muestra su rechazo a la independencia. Quieren frenar el referéndum y apostar por una tercera vía que mejore el encaje económico y político de España y Cataluña. Si dejaran solo y aislado a Puigdemont y a los independentistas más significados, a lo mejor rectificaban. Porque los que quieren irse, lo harán en masa. Y no tienen intención de volver.