En los medios de comunicación, en multitud de ocasiones, hemos escuchado o leído, que España, es el segundo país más ruidoso del mundo, el primero es Japón, y ello es una gran verdad.

El elevado nivel de ruido existente está presente en nuestra casa, en la calle, en los centros de trabajo, de ocio, diversión, etc., lo que dificulta la concentración, máxime cuando la protección contra el ruido es mínima y, en la mayoría de los casos inexistente.

Nos falta educación y concienciación acerca de los problemas que ocasiona el ruido, y ello nos evitaría muchos males presentes y futuros.

Basta darse un paseo por las calles de nuestras ciudades para percatarse el ruido ambiental que produce la circulación, la música callejera con sus instrumentos a todo volumen, las terrazas, etc., etc.

Es competencia de la autoridad municipal tratar de corregir los ruidos medioambientales que se producen en el municipio. Hay un hecho indubitado cual es que existe una alta contaminación medio ambiental producida por los ruidos excesivos, esto es, por la contaminación acústica y ambiental que produce el tráfico rodado en las ciudades.

Sería conveniente que las ordenanzas municipales reglaran de forma rigurosa este tipo de contaminaciones, teniendo en cuenta los graves problemas y perjuicios que nos causan a los ciudadanos y trabajadores, en sus respectivos ambientes.

Sabido es que los científicos, expertos, la OMS, CEE y CSIC, han reconocido que el ruido tiene efectos muy perjudiciales para la salud, perjuicios que afectan a la pérdida de audición, efectos psicológicos que producen ansiedad, cansancio, irritación, con las consecuencias para la vida diaria de las personas que sufren sus efectos.

Son múltiples los efectos perjudiciales o adversos que produce el ruido, tales como dolor de cabeza, estrés, insomnio, depresión problemas cardiológicos, infartos, etc., teniendo en cuenta que afecta de forma desigual a las personas, pero que influye en el comportamiento, causando graves alteraciones fisiológicas y psicológicas.

Todos, tanto a nivel individual como corporativo, debemos ser conscientes de la responsabilidad que tenemos sobre las causas que originan el ruido y procurar evitarlas.

Sería muy conveniente que, en los centros escolares comenzara la concienciación de los niños, vía educación, a no causar ruido y de los problemas que el mismo causa en su salud, pues, según las estadísticas, la pérdida de audición que hace unos años comenzaba de los 60 a los 65 años de edad, ahora ha pasado de los 50 a los 55 años.

Hemos de concienciarnos, todos, sin excepción, de los efectos perjudiciales del ruido a todos los niveles y hemos de cuidar nuestro medio ambiente, y no debemos contaminar, pues, si no qué vamos a dejar a las generaciones venideras.

Vivimos en una sociedad sumamente ruidosa que, apenas se preocupa de velar por el descanso y la tranquilidad de las personas, lo que sería la máxima aspiración de una sociedad moderna, progresista y avanzada, pero la realidad nos demuestra lo contrario.

El tráfico crece, los locales de diversión, ocio y esparcimiento están, en muchas ocasiones, asociados al ruido.

Silencio, por favor. Gracias.

Pedro Bécares de Lera