Cada vez que empieza el baile de los presupuestos me dan ganas de hacerme ermitaño y, alejado del mundanal ruido, retirarme a una cueva, ayunar, dedicarme a la vida contemplativa y solo regresar a la "normalidad" cuando haya acabado el aluvión de análisis, valoraciones, estudios comparativos, contravaloraciones, contraanálisis y así hasta aburrir aun más al personal, dejarlo KO e inocularle la certeza de que es tonto y no ha entendido nada de nada. Verbigracia: si se recortan las inversiones en Castilla y León en 460 millones (31% menos que en 2016) y dice la delegada del Gobierno que los dineros de ahora sirven para "vertebrar la región con el resto del territorio nacional", a uno se le ponen los ojos como cuévanos en vendimia y, a punto del infarto, acierta a preguntar: y cuando se invertía más, ¿servía para desvertebrar o vertebraba menos?, ¿es eso todo lo que se le ocurre?

En cualquier caso, ¿para qué está un Gobierno?, ¿para vertebrar o para lo contrario? O sea, que si gasta en vertebrar, hace lo que tiene que hacer. Y si gasta más, como ocurrió en 2016, vertebrará más. Y si pasa de 1.451 millones a 979, como sucede este año, pues la lógica nos dice que vertebrará menos. Sin embargo, oye usted las explicaciones de doña María José Salgueiro y se queda turulato o, como escribí antes, con la convicción de que es usted un lelo al que no le alcanzan las mientes para comprender la profundidad filosófica de los presupuestos de don Montoro.

Esa convicción de que a uno le toman por tonto se repite cuando comienzan los responsables políticos de Gobierno y oposición a valorar los presupuestos para que la ciudadanía sepa, según quien sopese las cuentas, lo buenos o malos que son. Oigan, ¿y ustedes creen que la gente no es capaz de valorar por sí misma, que, aunque tenga que contar con los dedos, no sabe que 979 es menos que 1.451? Parece que no están por la labor ya que año tras año nos someten al sonsonete-martirio de retorcer las cifras, cribar las partidas y torturar a los números y a los distintos proyectos hasta hacerles cantar lo que no llevan dentro. Y lo hacen siguiendo un argumentario prefijado y dictado desde las alturas que no da lugar a sorpresas.

La sorpresa, o no tanto, nos la llevaríamos si comparamos lo que cada cual dice ahora con lo que decía cuando estaba al otro lado de la barrera. ¿Recuerdan como arremetían los del PP contra los presupuestos del malvado Zapatero en cuanto leían el proyecto de ley presentado en las Cortes?; ¿recuerdan como defendían los del PSOE aquellas cuentas aunque hubiera lagunas importantes?; ¿recuerdan que los populares solo se fijaban en los gastos en obras y despreciaban otras partidas como inversiones sociales, dependencia, subida del salario mínimo, pensiones?; ¿recuerdan lo que argumentaban los socialistas en apoyo de estas partidas, que, insistían, traen más dinero y bienestar a la provincia, a la región, a España?

Repasen las hemerotecas, anoten titulares y frases y revuélquense de risa. Tómense algo por si las carcajadas les rebosan el pecho y amenazan con dejarles sin respiración y asfixiarles. Lógico que pueda pasarles algo así porque el asunto es para troncharse. Resulta que lo que afirmaban unos antaño es lo que aseguran los otros hogaño. Y a la vicecontra, que diría el gran Félix Antonio González, inventor del palabro. Cuando los presupuestos de ZP no oí ni a uno solo de los peperos, ya fuera autoridad, ya peón de a pie, valorar positivamente el gasto social; solo contaban las carreteras, los trenes y el hormigón previsto. Pues bien, el martes la delegada del Gobierno en Castilla y León declaro que los presupuestos "consolidan el Estado del Bienestar e incrementan el gasto social en pensiones, educación, sanidad y servicios sociales". Es decir, justo lo que decían hace unos años autoridades socialistas cuando desde el PP se les reprochaba que no figurara tal o cual obra o que hubiera menos dinero del necesario para equis proyecto. Y ahora los del PSOE critican a Rajoy-Montoro la ausencia de determinado proyecto o plan sin detenerse, o solo de pasada, en los supuestos avances sociales. ¿Es o no para desternillarse en la cara de quienes convocan ruedas de prensa tras ruedas de prensa para justificar lo injustificable o para censurar lo que antaño defendían? Me encantaría verlos ensayar ante el espejo después de autoconvencerse de que van a decir lo que van a decir, así sin anestesia.

De modo que ya saben: conserven las valoraciones de ahora de unos y otros, hagan lo mismo cuando salgan los presupuestos de la Junta, Diputación y ayuntamientos, apréndanselas de memoria y vayan al Club de la Comedia. Ganarán y todos alabarán su imaginación y su capacidad para inventar historias inverosímiles.