Me consta que no soy el único zamorano que quiere que llueva incluso durante la Semana Santa. Llevamos muchos días sin que caiga una gota de agua y, lejos de lo que piensan la mayoría de los mortales, el tiempo que reina estos días no presagia nada bueno. Ya sé que los urbanitas, los turistas y los amantes del jolgorio permanente despotricarán contra el autor de estas líneas: para ellos, el tiempo que nos acompaña es fantástico y no entienden que algunos escribamos todo lo contrario cuando precisamente hace sol y las temperaturas invitan a lucir el dorso mucho antes de lo habitual. Pues no: hace buen tiempo cuando llueve porque tiene que llover, nieva cuando tiene que nevar, hace frío cuando es la época y calienta el sol cuando debe hacerlo. Es decir, en cada momento, como dicen los que entienden de los fenómenos meteorológicos. Solo quienes tienen una mentalidad despegada de la naturaleza y viven de espaldas a las necesidades de la casa que habitamos, es decir, el planeta Tierra, hablan del buen tiempo cuando el sol luce y las temperaturas son agradables.

Que llueva es lo más urgente y necesario en estos momentos, aquí y en prácticamente todos los rincones de la geografía nacional. Ya sé que desear estas cosas en plena Semana Santa y en una provincia como Zamora, que vive estos días con especial intensidad, es ganarse un puñado de nuevos enemigos. Confío, sin embargo, en el buen juicio de la gente, especialmente de los cofrades y los amantes de las procesiones, que verán con buenos ojos lo que quiero transmitir. Muchos entenderán que si no llueve, todos lo pagaremos: los alérgicos, porque la temporada que se avecina va a ser pistonuda; los agricultores y ganaderos, porque ya están viendo peligrar sus campos y cosechas; los turistas que gustan disfrutar de la naturaleza durante los fines de semana, porque solo pisarán hierbas secas y matorrales; los consumidores, porque pagaremos mucho más por los productos de consumo (frutas, verduras, carnes, etc.), y los contribuyentes, porque deberemos dedicar más recursos públicos a extinguir incendios forestales, que se verán incrementados considerablemente.

Los beneficios de las lluvias son inmensos. El problema es que en las sociedades tecnológicamente avanzadas y muy urbanizadas vivimos, cada vez más, de espaldas a la naturaleza y hemos asociado el buen tiempo solamente con el sol y las buenas temperaturas. Por el contrario, muchos se sienten perjudicados y molestos cuando llueve, nieva o hace frío. ¡Qué engorro tener que coger el paraguas o ponerse bufandas y otras prendas de abrigo para protegerse del mal tiempo! Es verdad que hasta cierto punto es comprensible pensar de esta manera: si las habichuelas de la inmensa mayoría de la población ya no proceden directamente del campo, ¿qué más da entonces que llueva, haga frío o que los termómetros se acerquen en esta época del año a los treinta grados en algunos rincones de España? Y no. Pensemos por un momento en lo escrito más arriba. Pero tampoco olvidemos que ya se empiezan a diagnosticar algunos problemas de salud asociados con vivir, cada vez más, de espaldas a la naturaleza. Por eso es importante que regrese el buen tiempo, esto es, que llueva cuanto antes.