Me he fijado hoy en el titular general de un periódico de tirada nacional, cuando llega al apartado de Economía: "más recorte en obra pública".Y el titular más concreto nos ofrece una operación de Renfe para aumentar el número de sus viajeros. Esto quiere decir que esos recortes de la Obra Pública se refieren -como casi siempre- al capítulo que atañe al Ministerio de Fomento. La consecuencia se descubre inmediatamente: estos recortes, que el Ministerio de Economía aplica sobre el de Fomento van a influir excepcionalmente sobre lo que es objetivo principal del Gobierno español, igual que lo es de todos los gobiernos restantes. Se producirá menor aumento del empleo. Ahí se viene abajo el mayor atractivo que el PP presentaba a los demás partidos para ofrecer el motivo de preferencia en las elecciones.

Es importante el significado concreto; pero quien ha sido funcionario del Estado durante toda su vida, precisamente en el Ministerio de Educación, se ha fijado más en el dato general de la actitud de un ministerio -en este caso el de Fomento-, de sumisión a una decisión tomada (tal vez posteriormente) por el de Hacienda. De siempre es conducta seguida por el sumiso Ministerio de Educación. Los que trabajábamos perteneciendo a la Educación contemplá-bamos cómo en muchos momentos se operaba un cambio en las retribuciones de los funcionarios de Justicia (por ejemplo) y ese cambio se llevaba a la práctica; se hablaba de un aumento que nos ilusionaba a los del profesorado y nuestra alegría se veía apagada por el fuerte soplo del Ministerio de Hacienda: El aumento se quedaba en "agua de borrajas".

Hablo del Ministerio de Educación, porque es el que he padecido personalmente, en mi propia vida y en las apreciaciones de mis compañeros. Supongo -casi me atrevo a afirmarlo- que ocurriría lo mismo con los funcionarios de otros ministerios que no gozaban de la preferencia de aquellos que veían eficacia en lo que la vida les ofrecía. En todos esos casos el "busilis" se hallaba en la preferencia que ejerce la Hacienda sobre cualquier otra faceta de la Administración. Las autoridades de nuestro Ministerio de Educación comprendían -seguramente porque estaban afectados ellos mismos- las enormes dificultades con las que llegábamos a fin de mes todos los que nos dedicábamos a enseñar y el personal que colaboraba con nosotros; y nuestras autoridades -muy comprensivas ellas- entendían que había que aplicarle un aumento a nuestros dignos sueldos. Así lo decidían; y los que siempre se dedican a "filtrar" lo que deciden "los de arriba" lo propalaban con gran contento por nuestra parte. Y, cuando nuestra alegría se hallaba en lo más florido de su eficacia, llegaba la anulación del beneficio esperado y con la anulación la explicación; que juzgábamos innecesaria, porque la sabíamos de antemano, después de la primera vez: el Ministerio de Hacienda había juzgado que no llegaban a tanto las posibilidades de nuestro erario. En consecuencia, no se nos podía favorecer con aquel plus sobre nuestro "suficiente" sueldo.

En la prensa de hoy se dice con toda claridad lo que yo vengo diciendo: las ventajas que los ciudadanos -sobre todo los afectados- juzgamos necesarias o convenientes, las ve el Ministerio de Hacienda excesivas para la economía nacional y llega el recorte que nos trae a la dura realidad. Me hago cargo de lo que los españoles de Galicia, del País Vasco y de Murcia estarán pasando en este momento: Saborearían la proximidad de viajar en Alta Velocidad muy pronto, porque ya se nos había prometido la terminación de las líneas del AVE en este año; y este "recorte" de lo permitido al Ministerio de Fomento disminuirá las posibilidades de esa ansiada terminación; deberán resignarse a esperar otro año u otros dos años para ver funcio-nar los trenes rápidos; y tendrán que seguir utilizando la velocidad normal hasta que el Minis-terio de Hacienda pueda incluir en el Presupuesto del de Fomento las cantidades que ahora debe retirar. Sucederá hasta que las cosas puedan funcionar de otra manera: Debería suceder así: Los ministerios del gasto estudian y deciden qué obras son necesarias para la mejoría de la vida del pueblo; y el Ministerio de Hacienda pone a disposición del Presupuesto de Gastos, sin recorte alguno, la cantidad señalada por el resto de los ministerios. Sabemos que está por medio el PIB, que señala las posibilidades; y está Bruselas, que exige unas condiciones económicas a las que las Economías Nacionales deben sujetarse. Tal vez eso haga comprender la retirada de la Gran Bretaña; pero no a todas las naciones les está permitido poder declararse independiente de Bruselas: para algunos es necesario continuar en el seno de la Unión Europea.