La comisión gestora del PSOE ha recogido el guante del reaparecido Pedro Sánchez, y su presidente, el asturiano Fernández, ha contestado que el congreso del partido será anunciado en enero, aunque sin mencionar las elecciones primarias también reclamadas por el ex secretario general y los fieles que aún le restan. Por cierto, que Sánchez desde Valencia saltó el charco y se fue a Méjico, donde debe haber un buen vivero socialista, y donde fue recibido como el legítimo representante del PSOE, lo que parece mucho asegurar dado que hoy por hoy no es más que un ex, aunque sus votantes, en una encuesta reciente, le veían como líder y con más posibilidades que Susana Díaz.

Dada la proximidad del aluvión de fiestas que llegan resulta lógica la postura de la comisión gestora, aunque no lo sea tanto lo mucho que ha tardado en reaccionar, siendo dudoso además que lo hubiese hecho ahora de no volverlo a pedir Sánchez en su reincorporación a la vida política activa. Pero a partir de enero no se podrán sostener ni ampliar más las dilaciones y el PSOE tendrá que hacer convocatorias y fijar fechas para que el segundo partido del país -aunque sea el que más años ha gobernado, con bastante diferencia sobre su compañero de bipartidismo, el PP- arranque de una vez y se ponga en marcha después del cisma originado por la caída de quien era su secretario general y candidato, al que se sigue acusando de que pretendía pactar con Podemos y los independentistas para un Gobierno alternativo de cambio, algo que desde luego tampoco ha sido desmentido de modo rotundo, fuese cierto o no, una línea roja por la que el PSOE no estaba dispuesto a pasar.

Mientras llega la convocatoria del congreso, la Gestora gana tiempo, por otra parte, aunque poco, para fijar estrategias definitivas, lejos de la ambigüedad calculada con la que ahora se mueve ante la firme amenaza de Rajoy de convocar elecciones si no consigue gobernar en minoría, o sea si el PSOE de algún modo y manera no le apoya a la sazón como le apoyó antes, en la investidura. Los socialistas se encuentran entre la espada y la pared, tratando de salvarse como puedan. No aclaran sus posturas, porque ni ellos mismos se aclaran, tanto en cuanto a los presupuestos generales como en el gasto social ampliado, aunque lo más posible es que acaben aviniéndose a todo o casi todo -algo a cambio de algo- a no ser que el PNV preste al PP los votos necesarios para que ellos no necesiten pronunciarse y puedan aspirar al menos a seguir liderando la oposición, un puesto que ya parece ocupar Podemos.

Difícil, pero que mucho, lo tienen. Un PSOE sin líder, o con Susana Díaz, o quien sea, incluso Sánchez, tardará años en recomponerse y volver a ser lo que fue. Así que se entiende que huyan de nuevas elecciones que supondrían la confirmación del hundimiento. Tampoco quiere Ciudadanos volver a las urnas, y hará todo lo posible por que así sea, pues Rivera sabe que ya no les creen. Pero al PP y a Podemos sí les interesa. Es más que probable que Rajoy se acercase a la mayoría absoluta, pues el triunfo de Trump en Estados Unidos ha generado más confianza en los partidos conservadores y sus votantes.