Para los que no somos nacionalistas ni de nosotros mismos, el asunto identitario empieza a ser un enorme coñazo, en todas sus líneas y en todos sus frentes. ("Y esa calle/ y esa plaza/ y ese municipal/ y esa esquina/ y esa fuente/ y esa escuela nacional/ y esa estatua/ y ese puente/ y esa carretera general/ y ese perro muerto en la cuneta/ y esos albañiles en camiseta?/ Casi ná"). El penúltimo esperpento tuvo lugar en Badalona, histórica ciudad del área metropolitana de Barcelona. No voy a relatar la estupidez que todos conocen, pero es un ejemplo claro de la retroalimentación permanente en la que viven los nacionalistas catalanes y los nacionalistas castellanos: yo te provoco, yo te denuncio en los tribunales, yo rompo los papeles del juez, yo te vuelvo a denunciar, y así hasta la siguiente. Al PP le viene muy bien todo esto, porque en Cataluña es y será un partido residual -para esas chapuzas y otras le basta con Ciudadanos-, pero a costa de españolismo casposo aumenta sus votantes, también casposos y malolientes, en el resto de eso que algunos llaman "conjunto de España", con lo cual excluyen a Cataluña de ese conjunto. Hasta eso, no saben ni hablar. A los nacionalistas e independentistas catalanes también les viene de perlas porque cada acto jurídico del PP -político ni uno, no saben- aumenta sus simpatizantes, lo que les permitirá llegar al referendo con mayoría aplastante antes de votar. El pasado 12 de octubre me lo tomé como casi siempre, como día festivo. Me levanté tarde y puse la televisión para ver el desfile, esta vez pasado por agua. Me gustan los desfiles militares siempre que estén bien organizados. ("Qué bonito es Badalona/ en invierno y en verano,/ con mantilla y barretina,/ a la sombra y al solano./ Qué bonito es Badalona/ con sus viejos y sus niños,/ con sus hembras y sus hombres,/ sus apellidos, sus nombres,/ su sexo y su domicilio. Y su carné de identidad"). Después apareció un edil de Badalona, muy serio, y me dije ¿por qué no pide la independencia de la ciudad? Sería lo más coherente. ("Y esa playa/ y esa arena/ y ese pie y ese alquitrán/ y esa estación/ y esa Renfe/ y esa rambla arobirzá./ Para el Corpus, serpentinas/ y bombetas para Navidad/ y en verano, playa y merendero/ lleno de extranjeros medio en cueros?/ Casi ná?"). Pero ni el edil ni sus colegas conocen/aprecian la canción de Serrat que he transcrito. Así es imposible la estética.