Al paso que va la burra, no tardará en llegar el momento en el que las ovejas, hartas de resignación y falta de soluciones, muerdan al lobo. Las fotos de ese momento histórico serán número uno en todos los sectores de Internet y demás galaxias y provocarán una polémica de las de aquí te espero, torero. Será entonces cuando las ovejitas luceras pasen a ser defendidas a machamartillo por quienes ahora consideran que su papel debe reducirse al de ser merendadas para que el cánido sobreviva, críe y se enseñoree de campos, apriscos y montes. ¿Las ovejas no son criaturas de Dios? Parece que no, pero si un día les da por rebelarse y tirarse a la yugular del lobo, las cosas cambiarían.

-¡Una oveja le ha rebanado las gorjas a un lobo!, don Optaniano.

-Ya era hora, don Praxiteles; a ver qué dicen ahora las páginas de los ecologistas y las redes sociales de los que quieren que haya lobos hasta debajo de la cama.

-Veremos, pero no se haga usted muchas ilusiones; esa guerra la tienen perdida los ganaderos; con los cacharros esos se manejan mucho mejor los protectores del lobo que los protectores de las ovejas; no hay color. Un lobo muerto da enseguida la vuelta al mundo; a una oveja muerta, ya ni la llora el dueño; se le han acabado las lágrimas.

-Y digo yo, si una oveja mata un lobo, ¿a quién se le pagan los daños?, ¿a la Junta?, ¿ a Europa?, ¿a los conservacionistas que vienen de Madrid a montar festivales?

-A nadie, como ahora ocurre con las ovejas muertas; bueno, o tal vez cuando nos devuelvan los ingleses Gibraltar.

No cabe duda de que la muerte de una manada de lobos a dientes de unas cuantas ovejas cambiaría la percepción del problema y añadiría nuevos elementos de discusión. ¿Qué hacer con las ovejas asesinas?, ¿se las protege?, ¿se las descasta?, ¿se las considera especie cinegética o especie a defender a ultranza? No está claro. Ocurre como con los ataques de los lobos a las ganaderías de bravo. Si los llamados ecologistas antitaurinos piden la supresión de corridas para salvar al toro y, a la vez, están siempre a favor del lobo, ¿de qué parte se ponen en estos casos?, ¿del becerro muerto o del lobo que lo apioló? Buen tema para hacer una asamblea, votar y emitir un comunicado en el que, vistos los antecedentes, se culpe al ganadero por tener sueltos por la dehesa terneros sin cuernos crecidos para defenderse. Y no exagero, que ahora hay gente que culpa de las escabechinas de ovejas a sus dueños por no poner vallas más altas, por no dormir en el redil, por carecer de pastores eléctricos, por no tener doscientos mastines por cada cordera o por no rodearla de guardas de seguridad, como si fuera el presidente de los Estados Unidos.

Y mientras se resuelven estos enigmas bien haríamos todos en poner tranquilidad, sensatez y mesura en una polémica que va camino de agriarse y encanallarse y en la que sobran radicalismos y falta que la Junta, y el resto de las administraciones implicadas, agilicen los pagos y medien de verdad en el problema. Hasta ahora se han puesto de perfil y han ido dando largas a las justas peticiones de los ganaderos perjudicados por los ataques lobunos. Incluso, hubo un tiempo en el que se dudaba del protagonismo del lobo y se achacaban las carnicerías a supuestas manadas de perros asilvestrados. Nunca se vio ni uno solo de estos seres fantasmales, pero las dudas servían para no ejecutar los pagos o para retrasarlos "ad calendas graecas". Ahora ya no se habla de perros asilvestrados. Algo hemos avanzado.

Actualmente, la bronca que no cesa se ha trasladado al terreno de los ejemplares que pueden ser legalmente abatidos al norte del Duero. Los proteccionistas dicen que son muchos; los ganaderos, que pocos y la Junta, que los justos. ¿A quién hacemos caso? Y al sur del Duero, ¿qué? En San Miguel de la Ribera los lobos han matado en menos de un mes 130 ovejas al mismo ganadero, un joven de los pocos que han decidido quedarse en su pueblo y seguir con la explotación familiar. En una finca cercana a Fuentesaúco se han cargado dos mastines. Entre Guarrate y Vadillo de la Guareña han visto hace pocos días una manda de ocho lobos. En los abundantes maizales de la zona se mueven los bichos como Pedro por su casa. Y podríamos seguir.

Europa no permite cazar al lobo al sur del Duero, donde es especie protegida. Pero la normativa tiene cerca de 30 años, cuando el lobo estaba amenazado de desaparición. Ya no es el caso, luego la directiva podía cambiarse porque parece claro que el lobo no corre peligro de extinción. El que corre peligro es el hombre. Y, claro, las ovejas.

El hombre, la ganadería y el lobo pueden convivir. De acuerdo, pero sin fundamentalismos, sin tanto talibán de fin de semana y con más decisión y premura en los pagos por parte de las administraciones. ¿Es tan difícil?