Los resultados electorales del 26 de junio han producido una cierta conmoción y desorientación en una gran parte de la sociedad española, incluyendo a las formaciones políticas. También a las asociaciones económicas y sociales. El Partido Socialista ha tenido cierto retroceso. Y el Partido Popular, paradójicamente, recibe un aumento de votos en un momento donde su situación de imputado, además de los graves asuntos ya conocidos de corrupción, unido a las conversaciones de última hora del ministro del Interior señor Fernández Díaz de enorme y profunda gravedad política, intentando doblegar investigaciones policiales y judiciales a su voluntad. Aunque ya se sabe, como apuntaba Ortega y Gasett: "Las ideas se tienen, en las creencias se está".

A pesar de mantenerse como primera fuerza de la izquierda y por tanto como alternativa política, en el Partido Socialista es menester una sincera y constructiva autocrítica. Por otro lado, con estos resultados no se han producido movimientos sustanciales al mantenerse como segunda fuerza política. Con estas palabras quiero felicitar y agradecer a cuantas personas se han mantenido fieles votando de acuerdo a sus principios. Y es que, en España, el PSOE tiene que seguir siendo el referente de la izquierda sin adulterar.

Podemos, junto a las confluencias territoriales de Cataluña, Galicia, la Comunidad Valenciana e Izquierda Unida, no han conseguido sus anhelos, al no haber superado a los socialistas -su programa máximo- y haber resistido estos el empuje durísimo, desautorizando los intencionados sondeos, encuestas y predicciones manipuladoras. No se ha producido el famoso "sorpasso", y además su líder no se podrá postular como presidente, ni siquiera como vicepresidente, enfrentándose a una difícil disyuntiva: seguir siendo partisanos o ejército regular. Y es que no se puede mantener una indefinición ideológica (comunista de joven, socialdemócrata de viejo). Al fin lo han conseguido, ya son casta.

Analizando la actual situación, no tengo ninguna duda de que el Partido Socialista Obrero Español se comportará con el mismo grado de responsabilidad y sentido de Estado como lo ha venido haciendo desde su fundación en el año 1879 y esencialmente desde la transición, la recuperación de la democracia y la elaboración de la Constitución de 1978.

Es cierto que en las actuales circunstancias, para seguir con el mismo nivel de responsabilidad, y ante los cambios sociales y políticos que se han producido en nuestro País, el Partido Socialista deberá explicar con toda claridad a los españoles cuál es el estado actual de la cuestión. Reconociendo, a su vez, que los resultados electorales son los que son y que no han sido satisfactorios para nadie, pero son los que han decidido los ciudadanos.

En definitiva, la voluntad de los electores ha decidido que el Partido Socialista pase a la oposición. Cierto es que se perdió la oportunidad de formar un gobierno de progreso con los resultados de las elecciones del 20D, pero la ineptitud de Podemos lo hizo imposible, al seguir observando, desde su origen, la estrategia e instrucciones de FAES y de determinados grupos de comunicación. Eso sí, ya han conseguido que la izquierda tenga menos votos y esté dividida, por lo tanto que las derechas con el Partido Popular a la cabeza han tenido más votos que en los anteriores comicios.

Ahora como entonces, muchos analistas, politólogos y tertulianos, cual profetas a posteriori y sin haber reconocido aún sus errores, siguen examinando la situación e intentando llevar al Partido Socialista a un callejón sin salida, con ataques al candidato, Pedro Sánchez, así como a su dirección. Como dijera el padre Ángel: "Siento una debilidad especial, quizá por su condición de mártir en vida. Lo veo con una moral a prueba de bomba. Le están dando de todos los lados a base de bien. Claro que voy a ir a votar. No diré a quién, pero se me nota".

Paradójicamente los socialistas recibieron comentarios elogiosos de Podemos antes de las elecciones, en plena campaña electoral, naturalmente por si los necesitaban. Ahora, los socialistas reciben esos parabienes y un cambio de tono, con piel de cordero, del Partido Popular, por su desmedido interés en la construcción de la gran coalición. Es sorprendente que el que pretende ser investido presidente solicite el apoyo del jefe de la oposición. Es verdad que para cualquier proyecto es necesario el concurso de los diputados socialistas, y que para cualquier propósito de una España solidaria son imprescindibles. No puede el Partido Socialista caer en la trampa de aceptar el ofrecimiento de la derecha: "pide lo que quieras, pero me apoyas".

Aunque no es cierto que los resultados electorales del 26J hayan señalado al señor Rajoy como presidente del Gobierno, la lógica de las democracias parlamentarias es que quien haya obtenido más apoyo en el Congreso de los Diputados presente su candidatura como presidente del Gobierno. Y como en este caso, cuando no se dispone de las mayorías necesarias, es evidente la búsqueda y el acuerdo con los más afines. Es indudable que el Partido Socialista no mantiene ninguna complicidad ni es precisamente afín con el PP. Por lo tanto no puede, ni debe el PSOE caer en la trampa y el chantaje de que, para evitar que se produzcan nuevas elecciones, tiene que ir de la mano de un partido en las antípodas, ni hacerse responsable de la incapacidad del señor Rajoy para encontrar socios para la formación del nuevo Gobierno.

La responsabilidad y el compromiso de los socialistas con la sociedad española, sobre todo de los más necesitados, ha sido y sigue siendo una de las razones de su ser y estar. Tienen que entenderlo los ciudadanos de buena fe. El PSOE no puede sostener a este Partido Popular.