No solo ha sido en Zamora donde los militantes de IU dijeron que no al pacto de su partido con Podemos, pues al final ha sido un porcentaje significativo el que rechazó tal acuerdo que, sin embargo, y como era más que previsible se ha llevado a cabo, más que otra cosa por voluntad expresa de sus líderes y candidatos a las elecciones generales: Garzón y Pablo Iglesias, obsesionados ahora con el "sorpasso" que los permita adelantar al PSOE, con mas votos y más escaños, facilitados por la fusión con la que se acudirá a las urnas de nuevo en menos de mes y medio, una cita que se espera acabe en esta ocasión con la formación de Gobierno, el que sea, aunque bien demostrado ha quedado que sin Gobierno la gente vive igual e incluso mejor, bastante mejor.

Pero habrá que verlo, eso de la posibilidad de formar el nuevo Ejecutivo de la nación, pues todas y cada una de las muchas encuestas que cada día se van publicado -y con escaso matices, según la procedencia, o sea quien las encarga y quien las paga- insisten en reflejar unos resultados tan similares a los de diciembre que hará que la situación continúe tan empantanada como hasta ahora. Lo mismo que habrá que ver si eso de Unidos Podemos -que será la denominación de la coalición- puede o no puede, por muchos aires optimistas que se respiren desde la izquierda radical. Por cierto, que hay que observar como se ha desprendido de esa palabra precisamente: izquierda, conocedores los dirigentes de ambos partidos de que ese término asusta aun a mucha gente si va a acompañada de adjetivos y programas extremistas utópicos y rancios, y no solo, y esto es importante, a los fieles del PP.

De modo y manera que Iglesias no deja de tender puentes, lo mismo que antes y ya se vio con qué resultados, al PSOE de Pedro Sánchez. Parece que se ha comunicado a la cúpula socialista que tras el 26J no existirá ninguna linea roja y que cualquier acuerdo es posible si hay voluntad de que así sea. Y es que, naturalmente, aunque se consiga un segundo puesto para Unidos Podemos, tras el PP, tanto Iglesias como Garzón saben bien que de nada les serviría sin el apoyo del PSOE frente a la coalición más que posible, que se da por segura pese a los melindres de algunos dirigentes centristas, de PP y Ciudadanos, mientras que con Sánchez al lado su proyecto de gobernar ya se haría factible.

Pero como todo lo demás, esta por ver, y nada pasa de especulaciones y deseos dirigidos. Que PP y PSOE vayan a bajar en sus resultados, y mucho menos el PP, no parece seguro dada la lealtad habitual de sus votantes por ideología o intereses. Aunque a los de Rajoy les lastre el peso muerto de las tramas de corrupción que anegan su partido, y el PSOE haya perdido gran parte de su fuelle tras el fiasco de la investidura y el acuerdo imposible con Ciudadanos, ahora dispuesto a pactar con el PP. El electorado, en buena parte, se ha alejado ya de la mostrenca filosofía del más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, y si recela, con razón, de Podemos y de IU, no haría ascos a un Gobierno de cambio en el que una socialdemocracia fuerte, con el PSOE, sirviese de muro de contención a los más radicales.