Durante los últimos días del 2015 se celebró en Valencia el XXXVIII Encuentro Europeo de Jóvenes organizado por la comunidad ecuménica de Taizé (Francia). La expresión usada en el título de este artículo no es mía, sino que es uno de los titulares que usó el diario El Mundo durante la cobertura de esta cita que reunió a más de 15.000 jóvenes en la ciudad del Turia, entre ellos algunos procedentes de la diócesis de Zamora.

No defiendo la expresión -pues ni son hippies ni los últimos-, pero me sirve para centrar de algún modo la atención sobre la novedad del mensaje que desde la "experiencia Taizé" se lanza a la sociedad y a quienes se acercan a descubrir este viaje espiritual que se fragua en lo más profundo de cada persona y se esparce generoso a toda la humanidad. Porque todo aquí tiene vocación comunitaria, independientemente de la confesión religiosa, de la nacionalidad, de la raza o de la condición social.

Evangelio y reflexión en común, estos son los ingredientes -tan antiguos y tan nuevos- del encuentro que otros medios de comunicación han definido como el "sí se puede" de la fe: "mostremos que la Iglesia es una comunidad de misericordia permaneciendo, sin discriminación, abiertos a los que nos rodean, ejercitando la hospitalidad, absteniéndonos de los juicios definitivos sobre los demás, defendiendo a los oprimidos, forjando un corazón grande y generoso", decía una de las propuestas de Valencia.

La comunidad de Taizé ha sabido conectar con los jóvenes de todo el planeta a través de un lenguaje sencillo, amable, casi susurrado, pero sin un ápice de blandura. Al grano: hospitalidad y generosidad con los refugiados, perdonar hasta desfallecer, desterrar la indiferencia frente a las catástrofes medioambientales, diálogo, convivencia y misericordia, mucha misericordia: "Para que la Iglesia sea cada vez más una comunidad de amor y de reconciliación, nosotros, los cristianos, debemos encontrar urgentemente una respuesta a esta pregunta -e interpelaba así el hermano Alois, prior de la comunidad, a los jóvenes-: ¿cómo mostrar que la unidad, respetando al mismo tiempo el pluralismo, es posible?".