A Felipe VI no se le puede discutir que conoce bien el país en el que vive y su realidad. Me pareció un buen discurso, en positivo, conciliador, apelando a la unidad, el consenso y la estabilidad tan necesarias, sobre todo en los momentos actuales, porque todo ello es necesario para asentar bien nuestra democracia que a veces parece tambalearse. Algunos no han aprendido todavía las lecciones que nos ha venido dando la historia a lo largo de los siglos y quieren repetir hazañas llamadas al fracaso y a la confrontación.

El discurso del rey no dejó indiferente a nadie. Algunos ni se movieron para no perderse ripio de lo dicho por el monarca y luego poder manifestarse, cuántos de ellos faltando al respeto. Carme Forcadell, presidenta del Parlamento catalán y un tal Gabriel Rufián, cuyo apellido le define, cabeza de lista de ERC, se han empleado a fondo. No ya como catalanistas, se puede ser catalanista pero no independentista, rechazaron "la indecente lección democrática" de don Felipe. Estos son de los que ven la paja en el ojo ajeno y no se percatan, porque son necios, del pedazo de viga que atraviesa los suyos. Como no tenían mucho que objetar, arremetieron contra el marco elegido para la ocasión y el tal Rufián espetó: "Ayer se produjo una imagen indecente del rey dando lecciones de democracia en el salón de un palacio más grande que la mayoría de las casas de las personas que dice representar". Pura demagogia. Rufián no ha caído en la cuenta, como buen rufián, de que el Palacio Real es propiedad de todos los españoles. Las "escrituras" no están puestas a nombre de los Borbones. Esta propiedad real fue transferida al pueblo y su conservación pesa sobre Patrimonio Nacional. A mí me pareció de perlas que lo hiciera allí. Y a propósito, estoy por apostar que este señor que va a trabajar, si es que va, al Parlamento catalán ocupa un despacho oficial más amplio, mejor ventilado y más lujoso que el pedacito de oficina en la que trabajamos los demás. ¡Dichosa paja en el ojo ajeno!

Ni Rufián ni Forcadell han dicho nada sobre la lección democrática de Felipe VI que en todo momento intentó unir, lo que unos cuantos fracasados, de cuyo juicio se sospecha hace tiempo, intentan romper, intentan destruir, lanzando infundios y acusaciones de todo tipo sobre el Jefe del Estado, el presidente del Gobierno, España y el resto de españoles a los que no nos tienen nada de cariño. Confieso que a estas alturas no me sorprende la indecencia de que hacen gala y lo indecentes que son algunos políticos nacionalistas.

La receta del monarca, entendimiento, convivencia y concordia, no es una mala prescripción. Esos son los valores que España necesita y que algunos quieren borrar del mapa porque saben que a río revuelto, ganancia de pescadores. Me quedo con sus últimas palabras: "Hace décadas el pueblo español decidió, de una vez por todas y para siempre, darse la mano y no la espalda. Con esa emoción, con esa confianza en nuestro futuro, os deseo a todos una muy Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal, Boas Festas".