Ondean por ahí en este tiempo de campaña los programas electorales de todos los partidos que concurren a la cita del día 20, aunque nadie los lea, por supuesto, en su totalidad, entre otras razones de peso porque el cumplimiento de tales promesas se queda, generalmente, en mero voluntarismo o lo que es peor en un cínico motivo de incumplimiento, caso de Rajoy ahora y de Zapatero antes. Pero los debates en la televisión han hecho que se conozcan un tanto, y por encima, los proyectos ofertados.

Naturalmente, no faltan los capítulos dedicados a la economía, los impuestos, el empleo, lo laboral, lo social, la sanidad, la educación, la cultura, el campo, entre otros, aunque de pasada se puedan alargar a todos y cada uno de los ámbitos. Comparar estos programas y sus objetivos, que los candidatos venden y que hay que pagar con votos, puede ayudar a posicionarse ante las urnas, en especial a ese 41 por ciento de indecisos, nada menos, que determinarán que el cambio sea total o parcial.

No están todos los temas ni todos los asuntos que deberían tratarse y reflejarse en una campaña electoral y más en un país de 16 reinos de taifas con peculiaridades, características, problemas y soluciones diferentes. Algunos tan trascendentales como la gran desigualdad que ha generado en la sociedad la política del PP, con un acusado debilitamiento económico de las clases medias y un empobrecimiento de las clases más débiles, un peligroso desfase que retrotrae a tiempos lejanos y que representa una amenaza al estado del bienestar conseguido desde los años del desarrollismo.

Cada vez hay más pobres pero cada vez hay más ricos, a eso se ha llegado en la España actual, según cuantos datos se manejan. Y no es eso, sino al revés: por lo que hay que luchar es por conseguir que haya menos pobres y menos ricos, para acabar con la injusticia social. Todos, empezando por el PP que les subió, prometen bajar los impuestos. Podemos habla de una renta mínima pero sin especificar más, y de subir las pensiones, con las jubilaciones a los 63 años. Ciudadanos eleva la edad a 65 y pone en orden la atención sanitaria, lo mismo que el PP, a los inmigrantes. En conjunto, poco que dar en lo social.

En cuanto al empleo, Rajoy es el único que se atreve con una cifra, dos millones menos de parados, que resulta exorbitante. Sigue sin entender que los puestos de trabajo, como le han dicho desde Ciudadanos, no los crean los gobiernos sino las empresas cuando las condiciones lo permiten. Continúa con su reforma laboral, que los demás partidos harían desaparecer, lo mismo que ocurre con la llamada ley mordaza. La modificación de la Constitución y las instituciones son parte importante en Ciudadanos y Podemos. Otra de las necesidades básicas, la reforma de la ley electoral, es defendida por el PP, pero solo en el sentido de que gobierne el partido más votado, mientras el resto aboga por las candidaturas abiertas. ¿Y la corrupción, qué? Ciudadanos y Podemos echarán a los imputados, PSOE no los usará como candidatos, y PP esperará la sentencia judicial. Más de lo mismo o renovación y cambio. Es lo que hay, y hay que elegir.