En política, el impulso por llegar a gobernar le da vida a la sensibilidad, pero al mismo tiempo se oculta la base del deseo esencial como principio activo de tal actitud propia, que no es otro entusiasmo que alcanzar el éxito y la felicidad personal, cuanto más pronto mejor, así se forman las sendas que le dan vida al comportamiento insensible que después nos gobierna, bien sabido esta, que el poder no da la felicidad, pero si ayuda mucho a fantasear con la imaginación que la persona vive en permanencia, pero en verdad esta condena nunca atraviesa la espesa maleza reflexiva de la persona, por eso es condena, porque impide llegar hasta el escondite del bienestar completamente sutil, de este modelo, cuadra la cuenta que existe tanto más compromiso social como cuanto menos atasco nos encubre, y si con esto dicho, si en algo me equivoco frente a cualquier cabecita, el viaje de las sociedades me dan la razón

A si es el juego político, prometen al pueblo la cohesión social modelada de antorcha encendida en la oscuridad, como el punto de mira en primera línea, en cambio, presidiendo ni se cumple, ni se intenta, es más, ni si quiera interesa, lo evita la hipocresía encolerizada en la vida socio laboral y humana, esta deja ver y bien claro que las personas son tan pobres que se convierten en osadía unas para otras, y aquí nace el motivo para que se creen dependencia entre sí y para darle vida al fanatismo en dicotomía del tira y afloja hasta hartar, así se justifica la causa proveniente de la poca realización íntima, es decir, que se puede esperar, cuando lo mucho que posee la persona le sabe a muy poco y necesitan más, porque en recurso, solo le queda en su mente que los otros sean menos. Esto sería diferente si el reconocimiento de y por los demás no existiera como elemento recurrente.

La promesa viene de prometer, y a esta le da vida, la emoción que aborda a la persona cuando, en este caso, cree que puede subir a las escaleras del intercomunicado mundo del poder, porque prometer en todos los actos de la vida siempre es próximo futuro, como tal implica riesgo, y exige mucha responsabilidad, ¿qué hace? El orador enérgico desde la tribuna mitineando sobre el futuro de otros, si en un segundo una duda transforma el suyo, o a caso piensa que es capaz, de detener la marcha que transporta la energía que va desencajando su cuerpo como masa lentamente hasta su totalidad que tanto lo cabrea, por no haber antes desbancado el miedo, que es el mal de todos sus males. Que esto es así, lo demuestran las dudas existenciales y sobre todo las asfixiantes.

Así surge la irresponsabilidad política, que viene de las sucias respuesta insensatas, cuando el pensamiento baila entre el consciente y el inconsciente, es decir entre lo que cree que es la persona, su realidad y lo que pude organizarse, sin importar el cómo, por esto, más que una elección es una previa determinación, procedente de una evolución de apariencias educativas sin más recursos. Esto lo demuestra cuando el reincidente gubernativo no se cansa de repetir sus arriesgadas acciones fuera de la ley, sin tener una necesidad razonable y primordial para ello.

Esencialmente esto dicho, es la ambición la que fragua el programa del pensamiento de la corrupción en silencio, la que en ideas estas lo aparcan como elementos mecánicos en el inconsciente, sin prisa, lento, paso a paso y con el tiempo, creando una red neuronal múltiple y determinada sin ideas que le den marcha atrás, con sumo poder ejecutorio en su aparición cuando la mente cabila, en esta circunstancia atrapando a la persona, dejándola invalidada en sus sentencias hasta empotrarla en el fango de la deshonra. Por esto dicho es la desgracia de otros la que más nos rige que menos en la estabilidad.

Esto dicho lo justifican sobradamente, los hechos masivos de corrupción, que avivan la bajeza de los políticos, que repercute al crear fama en los propios españoles cuando viajamos fuera, y lo demuestran, cuando los irresponsable mandatarios en el inquirir de su propia obtención, por desdicha se han gestionado la causa de su admisión en prisión, a pesar de la retirada del deber del pueblo en la elección directa de sus ecuánimes juristas, que ajustando esta a derecho inviolable, nos encontraríamos sin duda con la progresión del bien general.

¡Qué bonita seria la vida si no estuviéramos hasta los genitales, con dinero y sin él!

Pedro Machado