La era Kirchner ha llegado a su fin. Cristina Fernández se va con los bolsillos repletos. El kirchnerismo, por fin, desmonta la Casa Rosada y se va con su vieja cantinela a otra parte. Los argentinos han sido listos y se han quitado de encima todo lo que huele al matrimonio Kirchner y posibles delfines, por cierto un olor bastante rancio, para dar paso a una forma nueva de gobernar, de ver la realidad que es la que manda y desmonta las constantes blasonadas de doña Cristina que, muerto su marido, quiso gobernar a 40 millones de argentinos y estos no hicieron otra cosa que seguirle la corriente, propiciando uno de los periodos más raritos de la historia argentina.

Para Cristina Fernández "el mayor periodo de estabilidad" de la historia del país. Para el resto de ciudadanos con el nuevo presidente a la cabeza, Mauricio Macri, el nombre que ahora toca aprenderse, los de mayor intervencionismo en lo económico que han dejado al país con una inflación histórica del 25%. A lo que cabe añadir una corrupción política insostenible e insoportable y el consabido populismo que va en los genes de los Kirchner. Mucho tomate envenenado le deja la señora al nuevo presidente.

Macri no se duerme en los laureles y ultima ya el nuevo gobierno, con los cinco sentidos puestos en la economía. El presidente electo no se anda por las ramas, consciente de las amistades peligrosas de las que gustaba rodearse a su antecesora, ha anunciado que solicitará a Mercosur, el mercado común sudamericano integrado por Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela, que suspendan a este último país aplicándole la llamada "cláusula democrática" por sus abusos contra los opositores y contra la libertad de expresión. Un miembro de Mercosur que no tiene miedo a llamar a las cosas por su nombre y enfrentarse al lenguaraz Maduro, sin miedo, sin ambages, de tú a tú. Un liberal frente a un dictador. Los hay de todos los colores y de todos los calibres a izquierda y derecha.

Si las cosas no se tuercen y Macri es lo que parece y no todo lo contrario, es posible que Argentina esté asistiendo al despertar de un nuevo futuro más en consonancia con los tiempos que corren. Es el futuro de los argentinos el que estaba en juego y el que ha defendido el presidente electo. Cabe pensar que quienes lo han llevado a la Casa Rosada saben bien qué han hecho y por qué lo han hecho. América Latina precisa con urgencia líderes capaces de sacar adelante a sus países, alejados de la corrupción rampante y de los populismos que tanto gustan a los lugareños. Y eso que los populismos no han hecho otra cosa que empobrecerlos, que llevarlos a situaciones de riesgo para sus economías domésticas, cabe recordar el famoso corralito, y a ser posible no olvidarlo para así evitar situaciones de futuro iguales o parecidas.