Hace ya trece años que una de las grandes empresas petrolíferas anunció su deseo de llevar a cabo diversas prospecciones en aguas de Canarias y Baleares en busca de petróleo, una energía básica que, por más intentos que se hagan, continúa siendo irreemplazable, pese a que algunos científicos le otorguen fecha de caducidad. Se armó la marimorena en las islas y aunque lo de Mallorca está por ahora en una especie de punto muerto, en Canarias y tras debates, polémicas, protestas del Gobierno autonómico y en la calle y diversas actuaciones judiciales, empiezan ya las perforaciones en busca del oro negro.

Y aunque la voz cantante, al menos la voz oficial, la hayan llevado en este asunto los nacionalistas y socialistas que componen el Ejecutivo de las islas, las manifestaciones y concentraciones contra la compañía petrolera han sido masivas y constantes, sobre todo en los dos últimos años, cuando se autorizaron definitivamente las prospecciones. Argumentos no les faltan, desde luego, a las asociaciones ecologistas siendo el principal el riesgo de acabar con el turismo que es un enriquecimiento seguro del lugar, así como el deterioro medioambiental que se puede producir frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura y ello, aducen, cuando todo el archipiélago resulta un paraíso de cara a las energías alternativas, como el sol, el viento y las olas del mar.

Por el contrario, el ministro de Industria, que es canario precisamente, así como técnicos y expertos aducen razones contrarias, empezando por la riqueza que, en caso de encontrarse, generará el petróleo en la zona. Las perforaciones se van a realizar a más de 60 kilómetros de las costas, lo que hace muy difícil que cause ningún deterioro paisajístico, por lo demás. Se cita el caso de Noruega, uno de los primeros exportadores de petróleo del mundo desde que las plataformas petrolíferas lo descubrieron en sus aguas, lo que ha elevado tremendamente el nivel de vida de aquel país. Con esa riqueza habrá más medios para cuidar el medio ambiente, para la sanidad, para la educación, para el turismo, para la creación de empleo. Las energías renovables no bastan, ni con mucho, para atender al consumo.

En medio del lío y el enfrentamiento de quienes se expresan a favor y en contra, el barco que hará las prospecciones para Repsol llegó el otro día a Canarias para iniciar sus trabajos. Y allí, como no suele fallar en casos semejantes, estaban los de Greenpeace, con su nave y sus activistas, dispuestos a llamar la atención y a parar las perforaciones. Apareció una embarcación de la Armada y expulsó de allí a la organización ecologista, esa que no se sabe por qué intereses es guiada desde la sombra ni de dónde saca tanto dinero para tantos medios y tantos alardes en sus extrañas actuaciones. Por ejemplo, Marruecos está haciendo en sus costas idénticas prospecciones pero allí no han ido a montar el número.

Desde la historia del calentamiento global, teoría que ya nadie cree y desmentida por rigurosos científicos, el prestigio de los ecologistas ha caído en picado. El petróleo sigue siendo necesario, y es lógico buscarlo allá donde pueda haberlo, dados los grandes beneficios que su aparición podría aportar.