Sabio consejo: Ponga amor y sacará amor; por el contrario, el que odia se hace odioso. También se ha dicho que el odio es una intoxicación que se contagia. Jacinto Benavente afirma que los políticos odian al que no se deja engañar y que los hombres se unen mas para compartir odios que afectos. Exagera en su pesimismo el ingenioso Benavente; lo que no quiere decir que no tenga un punto de razón. Con frecuencia la deseable rivalidad política degenera en enemistad alimentada por el odio. Para cualquier analista de la situación ese es el aire que hoy respira la política; y no son pocos los casos que lo atestiguan. Lógicamente escandalizados, indignados y alarmados, algunos columnistas capitalinos han condenado el «escrache» sufrido por Cristina Cifuentes en la Residencia Sanitaria de la Paz. El hecho se califica por sí mismo; la señora Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid, resultó gravemente herida en un accidente de circulación, siendo ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos de La Paz. En el exterior del complejo sanitario se habían reunido unos cien trabajadores del mismo centro, convocados anteriormente por la «marea blanca» que, aunque residual, aún goza de cierto cacareo mediático; del grupo se alzaron algunas voces de protesta por la estancia de Cristina Cifuentes en un centro de Sanidad pública: «Vete a la privada», le conminaban. La protesta era a todas luces irracional: Cristina Cifuentes es cotizadora de la Seguridad Social y tiene derecho a todos sus servicios . Evidencia además la incoherencia absoluta de una oposición que acepta la privatización de la gestión en los hospitales de Andalucía y Cataluña y la rechaza en Madrid. Y sobre toda consideración de orden político, llama la atención la índole perversa que se adivina en los que se muestran incapaces de respetar la triste condición del prójimo herido.

Una de los trabajos de la profesión periodística más difíciles -al menos para mí- es la redacción de notas necrológicas. Le rondan al redactor el tópico inanes y el temor a excederse o quedarse corto en el elogio de las virtudes del difunto. Un antiguo adagio previene que de los muertos sólo de debe recordar lo bueno. No es de bien nacidos apalear al difunto. Por eso ha sido lamentable, extemporánea y ruin la escueta oración fúnebre de CC OO a la muerte de Rosalía Mera, una mujer que el sindicato debió poner como ejemplo de trabajadoras. Pero el sindicato comunista prefirió denostarla como empresaria de fortuna, olvidando que fue una afanosa e inteligente creadora de puestos de trabajo y una eficaz promotora de la economía nacional. Mujeres como Rosalía Mera hacen grande a un país; y sin embargo no suelen figurar en la efemérides del famoseo televisivo que se complace en proponer otros modelos. Por su parte, CCOO parecía obligado a cierta gratitud por el número de liberados -sin duda, notable- mantenidos en las empresas cofundadas por doña Rosalía. La verdad es que en la necrológica de marras se advertía más odio al rico que admiración al empresario creativo.

¿Es, como se dice, una manifestación de rencor el proyecto de «Memoria histórica de la Democracia» que amenaza alumbrar la izquierda que se ajuntó para tener el mando político en Andaluza. Por las tazas, ya tienen listo el mono para darle leña. Parece decidido que los enemigos de la Democracia son tres, como los del alma inmortal: la derecha mandona, el terrateniente rapaz y los católicos; la República fue un paraíso de orden y paz, destruido por los militares del Alzamiento. Esta memoria histórica, discutible por demás, será de obligado estudio en los centros de enseñanza. Cuando se cantaban las glorias de la Transición, cierto polítologo que se las daba de talentudo, afirmó que se había cambiado el signo del resultado final de la guerra civil: es probable que ahora se vaya mas lejos: traducir la amenaza de Breno «Vae victis», ¡ay de los vencidos!, en ¡ ay de los vencedores! ¿Pujos irreprimibles de guerracivilismo? Lo que aparece claro es el odio al rico, lo cual resulta paradójico: si tanto aborrecen a los ricos, ¿por qué algunos políticos «memorialistas» se afanan tanto en enriquecerse cuanto antes mejor y como sea?