Se quedaba corto Jiménez Losantos llamando «maricomplejines» a los del Partido Popular. A estos y a los otros, es decir, a los del Psoe, y si me apura un poco también a todos los demás, hay que llamarlos acomplejados, sin más aditivos, conservantes o colorantes gramaticales. El diminutivo se queda corto para designar a la acomplejada clase política que sufrimos. Acomplejada solo en materia de gobierno, porque resultan de un fresco exultante cuando de hacer del cargo su feudo por no decir su cortijo, que asusta. Tienen la sartén por el mango y el mango también y en lugar de hacer el debido uso de ella se dejan avasallar, cuando no intimidar, por aquellos que representan a los que militan en la más execrable de las filas. Pongamos que hablo de Eta y su entorno pseudopolítico.

Excarcelaron al hijo de su madre de De Juana Chaos porque les hacía ver que estaba enfermo y acabó largándose con viento fresco, primero a Irlanda a tomar unas birras con sus compañeros del Ira más recalcitrante y con posterioridad no sé bien si a Cuba o a Venezuela, esos dos inigualables paraísos de las libertades, la democracia, la igualdad y la pluralidad. Pero es que con el paso de los años han encarcelado, casualmente, a un carcelero, el del señor Ortega Lara. Nos contaron que Uribetxeberria Bolinaga, más conocido por el apellido de la madre que lo parió, estaba enfermo de cáncer y que deberíamos mostrarnos misericordiosos, humanitarios y generosos con un hombre a punto de viajar para el otro barrio y porque, además, la ley no dejaba dudas al respecto. Esto ocurría allá por agosto del pasado año.

Lo cierto es que el juez Pedraz excarceló a Bolinaga, sin recordar a los togados como él a los que Eta mató y remató a sangre fría, y el asesino, secuestrador y carcelero enfiló rumbo a Vascongadas, donde fue recibido por los bilduetarras y demás como un auténtico héroe. Está a punto de pasar un año de los hechos y el enfermo terminal sigue vivito y coleando. Se va todas las mañanas dándose un tranquilo paseíto a la herriko taberna más cercana a su domicilio y allí se infla a «txikitos», se come una tapita de queso de Idiazábal, un «txangurro» o un montado de «txistorra» y tan pancho él, viendo pasar los días mientras espera una muerte que decían segura e inminente y que, mire por donde, tarda en llegarle. ¡La cosa tiene?. eso que está usted pensando!

Los que deploramos esta y otras situaciones parecidas, tendremos que declararnos en huelga de hambre cada vez que se anuncie la excarcelación de un etarra asesino, a ver si el juez Pedraz de turno se compadece de nosotros y deja en suspenso decisión tan vergonzosa. Ni ley ni jeringadas por el estilo. A bestias pardas como De Juana y salvajes como Bolinaga ni redención ni perdón. No pueden hacerse acreedores al perdón, ni siquiera el de la Justicia, quienes son incapaces de pedir perdón a sus víctimas, con el agravante de que si pudieran volverían a ejercitarse en lo que mejor saben: matar.

Ni jueces ni gobierno tienen lo que se debe tener en estos casos. Cómo es posible que unos y otros se muestren amnésicos. ¿Pero es que no recuerdan todas las salvajadas cometidas por estos y otros etarras? Bolinaga al bollo y los guardias civiles, policías nacionales y militares asesinados por Eta al hoyo donde se tienen que estar revolviendo por fuerza. ¡Malhaya!