En una economía tan depauperada como la zamorana, cualquier golpe a un creciente sector servicios apoyado en el turismo tiene un efecto multiplicador de graves consecuencias y más si se trata de referentes como los Paradores nacionales, cuya red se enfrenta a un severo reajuste, suavizado en el caso de la provincia tras el acuerdo suscrito el pasado jueves, pero que tendrá consecuencias, al margen del resultado de las negociaciones que afectan directamente a los trabajadores, sobre todo en la comarca de Sanabria.

Los establecimientos de la red de Paradores nacieron como punta de lanza en los años del «boom» turístico, en una política impulsada desde el propio Gobierno y asociados en la mayoría de los casos a la recuperación de edificios pertenecientes al Patrimonio del Estado, una fórmula que permitía la creación de establecimientos de lujo que no existían fuera de las grandes capitales, al tiempo que se garantizaba la conservación y el mantenimiento de los inmuebles. Es obvio que el escenario, décadas después, ha cambiado radicalmente: la oferta hotelera en la provincia de Zamora supera las 1.000 plazas y la situación de las finanzas del Estado invita a reducción de gastos, sobre todo en negocios que, como el hostelero, tiene ya claros competidores en el sector privado. Aunque esto último, en el caso de la provincia zamorana, sea una verdad a medias, porque tanto en la ciudad como en Benavente, Toro o Puebla de Sanabria se cuenta con un servicio esmerado y hoteles de cuatro y cinco estrellas, pero el Parador de Zamora es el único equiparable a un hotel de cinco estrellas en la capital, ya que el otro con tal distinción se encuentra en Peleagonzalo. En Benavente, no existen hoteles similares al Parador de la Mota y dicha categoría hostelera tampoco figura en una comarca eminentemente turística como Sanabria.

Pese a estar en una situación donde el visitante tiende a recortar gastos en alojamiento y ocio, el Parador de los Condes de Alba y Aliste, el magnífico palacio renacentista de la ciudad, sigue sosteniendo la rentabilidad de la red de paradores en la provincia, con unos resultados de cerca de 350.000 euros ganados hasta el pasado mes de noviembre. Se ha sostenido a duras penas Benavente, que preserva lo que queda del Castillo de la Mota, hasta que este año dio pérdidas. Y se veía venir de lejos lo que ocurriría en Sanabria, donde al Parador no acompaña ni ubicación ni envergadura histórica, a pesar de su modernización con una rehabilitación en profundidad hace pocos años. No era la primera vez que la sombra del cierre planeaba sobre Sanabria y, de confirmarse el acuerdo alcanzado el jueves entre sindicatos y la dirección general de Paradores, serán tres meses los que permanezca clausurado, dañando un poco más esa apuesta de las instituciones y hosteleros zamoranos por la desestacionalización del turismo en la comarca, que ha chocado de lleno contra el iceberg de la crisis.

Tan evidente es la importancia de la red de Paradores para el turismo de la provincia como que necesita reorientar su funcionamiento. Y esclarecer, por ejemplo, qué ocurrió en los tres establecimientos zamoranos durante los últimos siete años, puesto que los números de los balances publicados por LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA demuestran que la caída de ingresos no ha sido paulatina sino brusca y acelerada incluso antes de la recesión económica. El caso de Puebla de Sanabria resulta, una vez más, ilustrativo. En 2005 cerraba con unos beneficios de más de 100.000 euros, que menguaron a casi 81.000 un año más tarde. Pero resulta difícil explicar que en 2007 esos beneficios se hubieran transformado en un agujero de más de 250.000 euros. Las pérdidas se han ido reduciendo desde que se comparte la dirección con Verín (Orense), aunque aún alcanzan los 38.000 euros. Tras el recorte, Puebla dispondrá de nueve meses al año para remontar y volver al sendero del crecimiento como referente en la joya de la corona turística en Castilla y León.

En Benavente también es notoria la caída en más de 200.000 euros de ingresos entre 2007, cuando se superaba el medio millón de euros, y 2009. Es cierto que coincide de lleno con los años de la crisis, pero el declive ha seguido hasta entrar en pérdidas este año, con más de 54.000 euros acumulados hasta el mes de noviembre. Benavente se salva del cierre temporal, lo que debe interpretarse como que la dirección apuesta por su futuro, aunque las cifras evidencian la necesidad de un cambio urgente en la gestión. El Parador de Zamora es, justamente, el ejemplo de que en plena crisis y aún en un escenario de gran competencia por ser la ubicación con más plazas de modernos hoteles, es posible la rentabilidad. Después de una caída brutal de 845.000 euros a 258.000 entre 2007 y 2011, el establecimiento presenta un balance con superávit de casi 349.000 euros. La historia y el patrimonio siguen siendo los principales atractivos de una provincia como Zamora, un lugar en el que la filosofía inicial de los Paradores parecería encontrar su más fiel destino, pero los establecimientos deben acomodarse a un entorno de competencia privada donde solo se garantiza la supervivencia del que atraiga, además, por la relación entre calidad y precio, con lo que ello conlleva.