Sus hagiógrafos insisten en que su misión antes de la retirada consiste en acumular veinte títulos del Gran Slam. Sin embargo, su objetivo es más prosaico y consiste en evitar por siempre jamás una nueva final contra Rafael Nadal.

Federer encabeza el MLT o Movimiento de Liberación del Tenis, una organización solidaria cuyo objetivo es combatir los malos tratos que Nadal inflige a sus enemigos cuando se encuentra en plena forma. Y nadie negará al suizo su devoción en el cumplimiento de los principios de tan benéfica iniciativa. En Nueva York se ha borrado por tercera vez en un año de una final del Gran Slam. Al igual que ocurriera previamente en París y Londres, le bastó olfatear el aroma que despedían los partidos del campeón mallorquín para percatarse de que uno de los puestos en la final ya estaba ocupado. Por supuesto, él no iba a ser la víctima de una derrota que duele más que un tropezón previo.

Federer no fue eliminado en Flushing Meadows por el serbio Djokovic, sino por la pesadilla anticipada de una final ante Rafael Nadal. En Roland Garros había recurrido al sueco Soderling para culminar su estampida; en Wimbledon se refugió en una derrota del todo increíble ante el checo Berdych. Con esta variedad de rivales evita que ningún detective adivine sus verdaderas intenciones. Su pavor alcanzó tal extremo sobre la hierba inglesa que se descolgó antes de semifinales, sin reparar en que ese abandono prematuro no le ocurría desde años atrás.

El aparatoso antecedente de Wimbledon le obligó a disimular en Estados Unidos, donde sólo se dejó caer tras agotar los cinco sets de la semifinal ante Djokovic. Incluso desperdició sus oportunidades de ganar el partido, con una maestría que despistaría al observador más avezado. Si se propaga la cobardía de Roger Federer, nadie querrá jugar contra el mallorquín. Encima, ahora le llaman «bombardero Nadal». El número uno del mundo habla de su servicio recién descubierto como si hubiera excavado un diamante. De consolidar la prestación que hasta ahora entregaba al rival, empezaba cada tanto de saque con un golpe menos, podrá emanciparse de sus rodillas y seguir ganando torneos durante décadas.