"Es más una cuestión anímica que física. No, es un problema de confianza, de ansiedad". No se ponen de acuerdo los expertos para comprender el momento actual del Barça, un equipo que tiembla cuando hace tres semanas tenía la Liga en el bolsillo y era favorito para alcanzar las semifinales de la Champions.

El desplome del Barça no ha sido progresivo, sino pomposo. En el equipo azulgrana todo es a lo grande, las victorias y los descalabros, por eso a veces más que analizar los detalles de una crisis desde el punto de vista deportivo sería necesario que algún especialista psicoanalizara al equipo en busca de respuestas.

Pero éstas no se encuentran. El equipo basado en la brutal potencia de su tripleta de delanteros ha languidecido en el último mes y a cinco partidos para el final de la temporada ha perdido todo el crédito que acumuló.

Y es que no hace tanto, en la jornada 30, cuando los azulgranas empataron a Villarreal (2-2), un partido que dominaban 0-2 en el descanso, su ventaja alcanzaba los nueve puntos al segundo clasificado, el Atlético de Madrid, y once sobre el Real Madrid.

Desde entonces, el equipo de Luis Enrique no ha sumado más. Ha perdido repetidamente frente al Real Madrid (1-2), Real Sociedad (1-0) y Valencia (1-2). Además, ha quedado fuera de la Champions.

Cualquier otro equipo estaría fuera de la lucha por el campeonato, pero se da la circunstancia de que la ventaja acumulada por el Barça le permite tener una vida extra para llevarse la Liga, porque aún depende de sí mismo, puesto que tiene el "average" favorable frente a sus rivales. Además cuentan con un calendario propicio con visitas a Riazor, el Villamarín y Granada; y dos partidos en casa ante Sporting y Espanyol.

Luis Enrique no encuentra soluciones a la depresión de su equipo. Pese a dominar el juego, el Barça no tiene puntería y los rivales, con muy poco, como lo demostró el Valencia, se llevan la victoria. Un escenario hace poco impensable era impensable y que desata el murmullo de las gradas del Camp Nou anta la posibilidad de no ganar la Liga.

Rebobinando en la memoria, a los aficionados azulgranas de más edad les viene a la cabeza aquella Liga perdida en 1982 por el equipo entrenado por Lattek, que a falta de seis jornadas tenía cinco puntos de ventaja sobre la Real.

En ningún caso es comparable aquella situación con esta. Aquel equipo se hundió anímicamente por el secuestro de Quini y en los seis últimos partidos sumó dos empates. Aquel Barça, liderado por Maradona y por Schuster, perdió la Liga y Lattek su empleo.

Los barcelonistas no tan mayores se retrotraen a la temporada 2006-07, a aquella Liga que quedó bautizada como la del "Tamudazo". El Barça de Rijkaard lo tenía todo para llevarse el Campeonato, pero se enredó al final.

En la penúltima jornada, Tamudo, delantero del Espanyol, anotó el gol del empate en el Camp Nou, mientras Van Nistelrooy igualaba en la Romareda. El Real Madrid de Capello se llevó la Liga por mejor "average".

Pero hay una tercera ocasión en la que el Barça dejó escapar un campeonato y de eso no hace tanto. Fue en la temporada 2013-14. El equipo estaba entrenado por el "Tata" Martino y tras una lucha con el Atlético de Madrid, los dos equipos se jugaron el Campeonato en la última jornada y en el Camp Nou.

Los colchoneros se llevaron el partido y el título tras empatar (1-1). El colegiado de aquel partido, Mateu Lahoz, anuló un gol legal a Messi que le pudo haber dado el título al Barça y evitar que Martino hiciera las maletas y volviese a Argentina.

El problema del Barça actual es que no sabe donde se encuentra. Ha pasado de no perder durante 39 partidos, de batir récord goleadores, de sentirse imbatible, de venir de ganar un triplete, a no saber qué pasará en el siguiente partido.

El futuro es una incógnita. Es capaz de ganar los cinco partidos y rehacerse; incluso de firmar un doblete y también de acabar sin nada en las manos. Un mes para la resolución, para recuperar las historias de Lattek, Rijkaard y Martino o la del "Barça Triomfant", que se rehizo para seguir haciendo historia una temporada después de haber firmado un triplete.