Contento por llegar a Brasil, por enfrentarse a un Gran Premio de gratos recuerdos -allí confirmó sus títulos de 2005 y 2006 y, sobre todo, por quitarse de encima un año más agrio que dulce, con algunas luces pero demasiadas sombras, alejado de la lucha por el Mundial y convirtiendo en éxitos logros que no hace tanto eran mera rutina. Tienen mérito sus diez podios de este curso con un coche menor, pero sabe a poco la única victoria. Si Fernando Alonso llega a la última estación con opciones de subcampeonato es porque le ha sacado al F150 Italia un jugo que, a modo de ejemplo, no le ha encontrado su compañero Massa, aún sin podio esta temporada.

«Estoy medianamente feliz, aunque espero serlo más el año que viene». Con la cabeza desde hace semanas en 2012, igual que la cúpula de Ferrari, el asturiano ha transitado por el campeonato con una regularidad asombrosa. Una vez que Ferrari descubrió los errores en el túnel del viento y asumido que era imposible echarle el guante al Red Bull de Vettel, el asturiano agarró la costumbre de subirse al podio y solamente ha faltado en tres de los once últimos.

A Brasil llega con esperanza de que el domingo «pasen cosas en la carrera», para intentar una victoria que en condiciones normales se aventura prácticamente imposible. «Con carreras extrañas, con lluvia o muchas retiradas, todo puede pasar, pero en seco es imposible sacarle diez puntos a Button». En realidad, Alonso necesita uno más para arrebatarle el subcampeonato. Le valdría el triunfo y que el inglés no pisara el podio, aunque, como ha dicho el asturiano, cambia la opción de terminar segundo el año por una victoria en una pista de prestigio como la de Interlagos donde, a pesar de los buenos recuerdos, nunca ha terminado primero.

Cerrar el Mundial significa abrir el mercado de fichajes. No habrá movimiento entre los grandes, pero sí, y mucho, por abajo. Abrió el fuego HRT con la presentación de Pedro de la Rosa y son otros muchos los frentes abiertos. El más llamativo, la negociación de Raikkonen.