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"Se nos viene abajo, como no pongan remedio hasta sin iglesia nos quedamos". El alarmante deterioro de la parroquia de Santiago Apóstol de Luelmo de Sayago tiene al pueblo preocupado. El problema no es de hoy, pero la falta de respuesta, a pesar de los insistentes llamamientos, escritos y ruegos de Ayuntamiento y vecinos durante años, hace temer lo peor. "Es una vergüenza cómo está la iglesia, al final la dejan caer. Parece mentira que tengan dinero para otras cosas y aquí no nos hagan ni caso" expresa indignado Ángel Rodrigo.

La última medida de emergencia ha sido la colocación de un puntal en la entrada de la iglesia ante el peligro evidente de que la viga, y en general todo el techo, se venga abajo. Es tal el deterioro de la madera que es inevitable mirar arriba con cierta desconfianza cuando se accede al interior del templo pasando por debajo de la ya invisible imagen de Santiago Apóstol.

"Fue donada por el padre de Concha Velasco, Pío" precisa a modo de anécdota Luis Miguel Conejo, recordando los orígenes sayagueses de la popular artista vallisoletana, ya que su padre era natural de Luelmo. Pero es necesario un acto de fe para adivinar la imagen dentro de la hornacina porque el cristal está tan desgastado que ni la silueta se ve. Y la pared está cubierta por una gran capa de verdín, "y eso que no ha llovido" apostilla Pilar Heras, ex alcaldesa del pueblo, ya en su etapa al frente del Ayuntamiento bregó por el arreglo del templo.

El escenario dentro de la iglesia no es menos desolador. Las humedades son evidentes en las paredes, el retablo mayor del siglo XVIII y los altares, con la precaria imaginería que los adornan, son un signo evidente del abandono de este templo. "Es la peor iglesia de Sayago" se lamenta Pilar Heras al hablar del pésimo estado del monumento.

En su condición de feligresa, esta vecina ha vivido situaciones esperpénticas. "Cuando llueve aquí hay que traer paraguas" revela Ángel Conejo. Y no es una exageración. Son tales los agujeros del techo que el agua cae a chorro y una de esas goteras coincide con la mesa del altar, a la que se ha colocado un plástico para prevenir males mayores.

Sin embargo, cuando las precipitaciones son abundantes es imposible celebrar la misa. "El año pasado por dos o tres veces la hemos tenido que suspender porque caía un chorro de agua" confirma Pilar Heras. La alternativa fue una celebración en el hogar de jubilados, donde ya los feligreses se han reunido en más de una ocasión con los celebrantes de la palabra ante la imposibilidad de estar en el templo.

"Hace falta un arreglo completo del tejado, hacerlo nuevo; es lo más urgente para que esto no se caiga" apunta Ángel Conejo. Este vecino fue testigo de la última gran intervención que se hizo en la iglesia de Santiago Apóstol en el año 1968. "El cura nombró una comisión, se picó toda la iglesia, se pusieron altavoces, tarima nueva... Quedó preciosa, pero han pasado los años y mira".