"El invierno no se lo lleva el lobo". Es el refrán que entona alguno de los vecinos del pueblo de Barjacoba, situado en un recóndito y atractivo valle de la Alta Sanabria. Los rigores del invierno han aparecido sobrepasado el ecuador de la estación, pero los residentes acogen lo que llega con sobresaliente entereza. En Barjacoba dan por sentado que la estación de abrigo no ha terminado, y tener bien atendidas las despensas y las calefacciones es cuestión sabida y dictada por la experiencia.

Las últimas semanas han estado presididas por el agua, la nieve, el hielo, bajas temperaturas y alguna tregua de sol que aprovechan para pasear carretera abajo y hacer ejercicio. Con los amos salen a escena los perros, que también parecen estar al corriente de todo.

Barjacoba es, con cerca de 60 personas, uno de los núcleos más poblados del municipio de Pías al que pertenece, un número importante incluso comparándolo con los pueblos más próximos, de Sever o Pradorramisquedo, en Galicia. Alguno rebaja esa cifra "porque hay casas que se cierran" estos meses de aguas y nieves.

Los vecinos de Barjacoba observan con naturalidad el manto de 30 o 35 centímetros de nieve acumulados en la calle Real, la principal vía de entrada al pueblo. La acumulación de nieve ralentiza el ritmo de vida de los residentes que tienen que salir a trabajar fuera del pueblo, y que obliga a los ganaderos a mantener a las reses de vacuno bramando en las cuadras a la espera de salir de puertas afuera y gozar del aire y la claridad.

Vecinos como Juan Fernández Ramírez, pertrechado de pala, se dispone a despejar la entrada a una finca para recoger la ropa tendida al sol. Por la calle circulan otros dos vecinos con sus carretillos cargados de paja. Son tareas cotidianas.

Ricardo Gómez Fernández mantiene una explotación de unas 70 vacas, que estos días permanecen en las cuadras y en la nave sin poder salir a pastorear. También hace lo propio Miguel Carracedo Rodríguez. Andan a la tarea de acarrear las alpacas de hierba. La nieve y, especialmente, el hielo, dificultan el paso de los animales que salen a estirar los cuerpos y a beber agua en la fuente, de agua cristalina, o en la orilla del río. Los animales caminan sin prisa alguna. Tienen tiempo por delante. Es una estampa invernal que ha desaparecido en muchos pueblos de la sierra Sanabresa por la disminución o la desaparición de la ganadería. En Barjacoba aún se mantienen tres explotaciones, la de Miguel y la de otras dos personas, una con unos 14 o 15 animales, y otra con solo cino.

La mayoría de los vecinos, que ahora viven la jubilación, se han dedicado a la ganadería durante la década de los 90. Este pueblo era un punto importante en el núcleo reproductor de raza autóctona. En la década de los 50 los hombres desempeñaron trabajos en las obras de las presas de Moncabril . "Mi padre iba a trabajar y yo atendía el ganado de casa" recuerda Juan Fernández. "Mi padre ganaba más porque yo, al no tener edad suficiente, iba de pinche". La carretera a Porto estaba diseñada por Barjacoba, desde Viana llegaba a Pías, y de ahí a Porto. Era un antiguo camino. Con la llegada de las obras de la empresa Moncabril la carretera no continuó con su trazado original, por un camino que sale de la parte alta del pueblo.

La principal necesidad de los residentes del pueblo es mantener despejada la carretera de nieve y de hielo en estos días para no quedar aislados. Es una carretera que exige tener los ojos bien abiertos porque en los últimos años la aparición de peñascos de varias toneladas de peso, desprendidos de la montaña, han terminado por rodar y desembocar en la calzada

La calle Real se mantiene abierta por el paso de una máquina de la Mancomunidad, que gestiona el Ayuntamiento de Pías. Circula con una cuchilla acoplada que cumple sobradamente su función de abrir el paso por la calzada. La capa de 35 centímetros se queda corta en algunas puertas, donde llega por encima del medio metro debido a la nieve escurrida de los tejados. Ahuman las chimeneas de las viviendas habitadas y de los tejados cuelgan los caireles de hielo como espadas de Damocles.

Los vecinos salen a la calle con todas las precauciones. Caminan orillados por paredes y muros de huertas por miedo a caerse por la capa de hielo. Otros aguardan el paso de la pequeña máquina de mantenimiento. La entrada a la calle Real , que dibuja un ensanchamiento urbano, es el aparcamiento de emergencia para los turismos. La nieve que se acumula en el callejero por el deshielo de los tejados dificulta la circulación. A la puerta de las casas los vecinos se entretienen en conversaciones y, algunos, aprovechan el espléndido sol para pasear por la carretera, despejada de nieve.

Entre Barjacoba, San Martín de Castañeda y Porto de Sanabria ronda el techo de la provincial de los núcleos serranos. El barrio del Pedazo de Barjacoba está a 1.318 metros de altitud, según los datos que maneja el montañero Luciano Fernández, que estos días anda poco por el pueblo pero mucho por las montañas que rodean este espectacular valle, uno de los más bonitos de la provincia por su paisaje humano y natural.

Las aguas del deshielo tienen el camino marcado hacia el río. Los veteranos de Barjacoba tienen "una espina" clavada con la central de San Sebastián que, según afirman, se construyó en terrenos del pueblo, en la provincia de Zamora, pero la registraron por la tierra de Galicia. "Para todo hay trampa" sentencian los afectados. No es un pueblo de ruido, ni de ajetreo. Reina el silencio y la tranquilidad. La nieve embellece el entorno con su manto.