El abogado especializado en Derechos Humanos Eduardo Ranz Alonso presentó ayer una denuncia contra 38 alcaldes por un supuesto delito de desobediencia que habrían cometido al vulnerar la Ley de Memoria Histórica, que obliga a las Administraciones a retirar la simbología franquista de las calles y edificios públicos. Entre los denunciados se encuentran la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, el peneuvista Ibon Areso, regidor de Bilbao, y los primeros ediles de ciudades como Zaragoza, Vigo, Barcelona y Salamanca, pero también de municipios de menor tamaño como el de Astorga. Y también ha incluido en la demanda, presentada ayer ante el juzgado decano de la capital zamorana, a la alcaldesa Rosa Valdeón, por una placa situada en la Audiencia que hacía alusión a la inauguración del edificio, "bajo el mando del caudillo de España, Francisco Franco Bahamonde". La denuncia por el incumplimiento de la ley de la memoria histórica que obliga a retirar todos los símbolos franquistas de las ciudades y pueblos españoles tiene pocos visos de prosperar, ya que la placa en cuestión fue retirada en 2011, en cumplimiento precisamente de la citada ley.

El abogado, Eduardo Ranz, reconoció ayer a este diario que puede haber que la denuncia de Zamora puede ser errónea, debido a que ellos actúan sobre los casos sobre los que han tenido conocimiento. Pero está seguro que en la provincia, como en el resto de España, hay más casos y anuncia otra batería de denuncias de cara a otro aniversario de la república, el próximo 14 de abril.

Labor revisionista

La verdad es que Zamora capital, como otras ciudades donde alcanzó el poder el Partido Socialista durante la transición o pocos años más tarde, se llevó cabo una importante labor revisionista de todo lo que supuso la simbología franquista. Se actuó sobre todo en el cambio de las denominaciones de las calles, eliminando las que tenían un marcado carácter vinculado al régimen anterior para recuperar los nombres de otros personajes históricos o los tradicionales de las rúas. Quedó algún resto, pero fueron pocos. Es, en cualquier caso, casi inevitable que figuren algunos personajes históricos aunque se cuestione su continuidad en el callejero, como Alfonso Peña, preboste del franquismo que diseño la Renfe (su avenida lleva a la estación de ferrocarril), o la plaza de Alemania, por citar sólo algunos de los casos. Tampoco se llegó al extremo, por tanto, de hacer desaparecer sin más a todo lo que oliera a franquista y sin ir más lejos, hay en Zamora algún ejemplo de prebostes del franquismo que tienen calles a su nombre, al haberse considerado también otros méritos como benefactores de la provincia.

Eran más visibles símbolos que permanecían en edificios e incluso en monumentos de la ciudad, como el arco a los caídos del parque de San Martín, que tuvieron que esperar a fechas posteriores para que desaparecieran de la fisonomía urbana.

Y quedaron aún algunos elementos más, como la mencionada placa de la Audiencia, algún águila en la fachada de la estación de ferrocarril, también retirada y elementos simbólicos que seguramente no se han retirado porque forman parte de la misma esencia de un estilo arquitectónico: el Ferrol del Caudillo de los Almacenes Olmedo, en plena Santa Clara, o el yugo y las flechas de numerosas placas de edificios de Los Bloques o casi de cualquier rincón de la ciudad donde se edificara durante la dictadura.

Para el abogado madrileño ninguno de estos símbolos está justificado que pervivan en las ciudades españolas, por lo que denunciarán todos los ejemplos que lleguen a su conocimiento, en todos los casos por la colaboración ciudadana, ya que se trata de una labor gigantesca. Ranz se muestra más comprensivo con los ayuntamientos a la hora de cambiar el nombre de las calles, ya que comprende que es un proceso más pausado por las implicaciones que conlleva, que van más allá de cambiar una simple placa y afecta a las modificaciones postales del vecindario y negocios de una zona.

Pero no comparte que se mantengan placas en edificios por motivos históricos, ya que considera sumamente fácil y muy poco gravoso para los consistorios retirar los carteles del yugo y las flechas, así como otra simbología franquista de estos lugares.

El abogado, como otras asociaciones que funcionan en toda España, está dispuesto a seguir dando la batalla para suprimir los símbolos franquistas que son sobre todo más habituales en iglesias o colegios católicos, donde más van aguantando algunas de las imágenes de esa época. En Zamora capital, la verdad es que quedan muy poquitos vestigios.