Los vecinos de Venialbo celebraron la Exaltación de la Santa Cruz con una animada jornada romera propiciada por el buen tiempo y con la presencia de caballistas en el desfile, como principal novedad de la fiesta.

Tras la misa oficiada en la ermita por el párroco de la localidad, Anastasio Covarrubias, comenzó la procesión con la Santa Cruz por los alrededores del templo, siendo portada alternativamente por los habitantes del municipio. El cortejo lo abrieron caballistas procedentes de Venialbo y Villamor de los Escuderos, que a lo largo de la jornada realizaron una concentración en la localidad. Durante el recorrido se entonaron cánticos propios de la celebración y una vez finalizado el desfile el sacerdote bendijo a los caballos participantes en la procesión.

Posteriormente, vecinos y caballistas se unieron en la fiesta participando en el vermut que se celebró en los bares de la localidad.

Al finalizar el acto religioso tuvo lugar el cambio de varas y a continuación el Mayordomo entrante invitó a los cofrades como es tradición a un refresco. La ermita del Cristo de la Vera Cruz es la única ermita que se mantiene en pie de las tres que existieron en Venialbo. Se encuentra a las afueras del pueblo y fue construida en dicho lugar por encontrarse allí enclavado el cementerio municipal y ser donde se realizaban los ritos dedicados a este objeto. Seria a partir de 1902, con la construcción del nuevo cementerio fuera del pueblo cuando esta ermita verá disminuida su actividad, dedicándola para uso de su cofradía hasta la actualidad. Es allí donde se encuentra el Cristo de la Vera Cruz, muy venerado en el pueblo, el cual sale en Semana Santa para volver siempre a reposar en el citado templo. Al Cristo se le tiene mucha fe, por ello en las procesiones de Semana Santa es portado en trayectos cortos por los vecinos, como muestra de agradecimiento por sus bendiciones y en días de romería se acuda hasta la ermita a realizar las peticiones.

Por la tarde, al margen de la fiesta romera los jinetes celebraron en los terrenos de la pradera un torneo que comprendió carreras de cintas, carrera de cintas con garrocha y entrenamientos de justa para valorar la agilidad y pericia, tanto del caballero como del animal. Los ganadores de las pruebas fueron obsequiados con botellas de vino y embutidos típicos de la tierra.