La intervención de medios aéreos y mecánicos «de gran potencia» que operan en la extinción de incendios forestales, y que son vistos por la población con expectación son, sin embargo, deficientes si no cuentan con la labor de las cuadrillas humanas que operan a ras de tierra. Ese mundo de autobombas, tractores de cadenas, helicópteros y aviones que van y vienen con furor no bastan para extinguir el fuego y, como reconoce la propia Junta de Castilla y León, requieren la labor de unas personas de a pie «para atacar» y hasta acabar con los rescoldos que eviten el resurgimiento de las llamas. En la provincia de Zamora este colectivo llegó a rondar el millar de personas.

La Consejería de Fomento y Medio Ambiente tiene establecido un "Procedimiento de formación y certificación de trabajadores de cuadrillas de extinción de incendios forestales", conducido y tutelado por el Centro para la Defensa contra el Fuego, ubicado en León, que ha elaborado un manual, dedicado a estos grupos humanos de extinción, haciendo especial hincapié en la forma de abordar la prevención de riesgos durante un trabajo no exento de riesgos.

El operativo contraincendios cuenta con las cuadrillas de tierra, «que realizan trabajos preventivos en zonas forestales y que se desplazan a los incendios en vehículos todo terreno», y también existen cuadrillas helitransportadas, que acceden en helicóptero al lugar del siniestro y que son las denominados equipos de Lucha Integral contra Incendios Forestales (ELIF).

Los redactores del manual definen como «irreemplazable» la labor de las cuadrillas de extinción, y destacan, entre las razones, «su fácil desplazamiento a casi cualquier sitio, en coche, a pie o en helicóptero; así como su adaptación a prácticamente a todos los tipos de terreno y condiciones meteorológicas, accediendo a lugares a los que otros medios no llegan o a horas en las que no pueden actuar». También apuntan que «en incendios de pequeño o medio tamaño pueden realizar la extinción completa, desde el primer ataque hasta la liquidación». Añaden a los razonamientos que «las cuadrillas de extinción son necesarias para rematar el trabajo de cualquier otro medio de extinción, pues sofocan completamente las llamas, enfrían y disgregan brasas y puntos calientes, buscan puntos de fuego fuera del incendio y evitan que se conviertan en reproducciones». Además, una vez controlado el incendio, «son imprescindibles para impedir que se reavive y permanecer distribuidas por el perímetro para vigilar y controlar las reproducciones que se den».

El manual para cuadrillas de extinción de incendios forestales se cimenta en dar a conocer «los principios que dominan la física del fuego» para así entender y prever su comportamiento. Uno de los objetivos del manual, trabajado por Rubén Santos, Víctor Fernández, Enrique Rey y Julio Esteban, es «dar respuesta a cómo se produce el fuego, cómo se transmite, cómo y dónde se apaga». De ahí que expliquen factores esenciales relativos «al combustible, al oxigeno y al calor, a la forma que pueden adoptar los incendios y a las partes del mismo», definidas como cabeza, cola, flancos, frentes, foco secundario, líneas de control, potencial de retorno y punto caliente, que es aquel lugar «controlado donde no hay llamas pero el riesgo de reproducción es elevado». Para extinguir un incendio, según precisan los especialistas del Centro del Fuego, debe actuarse «sobre el combustible, eliminando la vegetación con herramientas manuales, mecánicas o con tractores, normalmente bulldozer»; debe actuarse «sobre el calor, enfriándolo para reducir el calor transmitido mediante la aplicación de agua o tierra sobre el combustible, que es donde se produce la reacción de combustión»; y de actuarse «sobre el oxígeno, sofocándolo con batefuegos, tierra, vapor de agua o espuma que desplazan o aíslan momentáneamente el oxígeno e interrumpen la combustión».

Cada cuadrilla se compone «de cuatro a siete peones y un capataz o técnico responsable del equipo». Dispone de vehículo para su transporte y de herramientas de extinción y son grupos «que trabajan todos los días durante la época de peligro alto». Los integrantes «están localizables tanto durante su horario de trabajo como fuera de él, por si es preciso reunirlos para acudir a un incendio».

Las cuadrillas de tierra realizan de forma habitual trabajos de prevención de incendios forestales durante su jornada ordinaria pero, cuando surge un incendio, desde el Centro Provincial de Mando pueden ser movilizadas desde su tajo para trabajar en la extinción. También puede establecerse que la cuadrilla interrumpa su labor habitual durante un período determinado (módulo de parada) «con el fin de descansar, de reducir el tiempo de salida en días con alto riesgo, o para hacer actividades de formación y entrenamiento». Por su parte, las cuadrillas helitransportadas, durante su horario de trabajo, hacen actividades formativas y entrenamientos que preparan a sus componentes para un trabajo más exigente. El responsable en este caso puede ser un capataz o un técnico, y también acude a los incendios junto al resto del equipo.

Los redactores del manual dejan claro que los medios del operativo «intentan reducir los daños que pueda provocar el fuego a las personas, los bienes y el medio ambiente», y para ello nada mejor que trabajar «de forma organizada, rápida y eficaz, y con criterios de seguridad».