La iglesia parroquial de San Juan de la Cuesta se quedó pequeña para acoger a la cantidad de personas que quisieron acompañar a los seres más queridos de Mª del Pilar G. G., fallecida el pasado sábado a la edad de 35 años al caer al vacío desde una altura de más de 300 metros cuando intentaba coronar la cumbre de Peña Prieta, en el macizo montañoso de Cantabria.

A las cuatro de la tarde llegaba a San Juan de la Cuesta el coche fúnebre procedente del tanatorio de Mercado del Puente, donde la noche del domingo habían llegado los restos mortales de la joven montañera una vez que se le realizó la autopsia. Una tarde lluviosa e invernal, triste como el ambiente que se respiraba en el pequeño y bello pueblo de la comarca de Sanabria, que vio crecer a la joven Pilar y ayer recibía sus restos.

Su marido, sus padres, su hermano, tíos, numerosos primos llegados de Madrid, Valladolid y hasta algún familiar de Francia, hijos de San Juan de la Cuesta que suelen reunirse en el pueblo durante el verano y vecinos de todo el contorno lloraban la desdichada muerte de un persona «en la flor de la vida», como destacó el sacerdote que presidió la celebración religiosa en una iglesia literalmente abarrotada. Muchas personas se vieron obligadas a seguir la misa desde los soportales y los alrededores del templo soportando una persistente lluvia.

Entre los asistentes, mucha gente joven; primos, amigos, compañeros de trabajo de Pilar, incrédulos todavía con el terrible mazazo, el «final brusco» de una joven apasionada con la montaña. La misma que tantas alegrías le reportó y donde encontró la muerte hacia las cuatro de la tarde del pasado sábado cuando escalaba, a unos 2.200 metros de altitud, la cara norte para alcanzar la cumbre de Peña Prieta junto a su marido y otra pareja. «Le gustaba mucho escalar, cuando venía al pueblo disfrutaba mostrando las fotos de sus aventuras», comentaba un apesadumbrado vecino de San Juan de la Cuesta recordando a Pilar y sus frecuentes visitas al pueblo para ver a sus padres y a su nonagenaria abuela. Ella residía en Valladolid, donde trabajaba y desde donde hacías las escapadas a la montaña.

Desde ayer los restos de Pilar G. G. reposan en el cementerio de San Juan de la Cuesta. Descanse en paz.