La ribera del río Manzanas, tan mítica como mística, origen de realidades y leyendas desde más allá de la noche de los tiempos, allí donde sus cristalinas aguas marcan «La Raya», se convertía ayer en el paraíso natural de la fe, la cultura y la tradición, para festejar por todo lo alto la romería internacional en honor a Nuestra Señora la Virgen de Fátima con una fiesta del pueblo y para el pueblo que se ha convertido por méritos propios, de organizadores y de quienes a ella acuden cada año, en un claro ejemplo de convivencia y hermandad: solidaridad pura.

Veinticinco años han pasado ya desde aquel lejano día 12 de mayo de 1985 cuando los feligreses de Villarino Manzanas, localidad perteneciente al municipio de Figueruela de Arriba, en Zamora (España), y Petisqueira, aldea de la freguesía Deilao en el concelho de Braganza, (Portugal), se reunieron bajo una encina para celebrar una «Bendición de Campos», semilla de una romería llamada a codearse con «La Luz» de Moveros y Constantim, «La Salud» de Alcañices» y «La Riberinha» de San Martín y Quintanilha.

El día no acompañó, mucha amenazante nube, que no impidieron que bajo el tronar de los cohetes se diera la salida a las procesiones desde el corazón de la Sierra de la Culebra (Villarino) y desde Montesinho (Petisqueira). En la parte española el son de las gaitas de Aulas de Música de Aliste y Tras Os Montes abría camino a la comitiva que portaba a la Virgen de Fátima. En la do luso ponía sus notas la Banda Filarmónica de Braganza. También estuvo, por primera vez, la Banda de Zamora.

Como ya es habitual y no podía ser menos unos de los momentos más brillantes, tanto a nivel religioso como estético, fue el encuentro de las imágenes y devotos sobre las aguas del Manzanas. De allí al santuario donde la Misa estuvo presidida por el Obispo de la Diócesis de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, y por el prelado de Braganza, Antonio Moreira Montes, apoyando a los más fieles feligreses rayanos.

Ayer se rindió homenaje a los fundadores de la romería de Fátima: Guillermino Augusto Fernandes y Luis Miguel Rodríguez Herrero (párrocos), Belarmino Augusto Afonso y Daniel Pérez Fernández (alcaldes) y Lucía Pérez Carrera (devota). Solo sobreviven Luis Miguel y Lucía , nacida en Villarino el 9 de abril de 1926: «Aquella primera vez fuimos pocos pero es una cosa que yo nunca jamás olvidaré».