A medida que pasan los días desde que hace una semana la Guardia Civil protagonizara una espectacular operación contra el furtivismo y el presunto comercio ilegal de carne en Asturianos, van saliendo a la luz nuevos datos. Este periódico ha podido saber que las cámaras donde se conserva la carne sacrificada de forma clandestina en el domicilio de dos hermanos ganaderos de la localidad sanabresa contenían tan sólo una canal de cordero cuando fueron abiertas por la Guardia Civil en presencia de veterinarios de la Junta. Los hosteleros de la zona rechazan el abastecimiento de carne del matadero clandestino.

Los arcones donde se conservaba la carne del matadero clandestino de Asturianos contenían tan sólo una canal de cordero y algunas piezas menores más en el momento en que fueron abiertos por la Guardia Civil. Así lo ha podido saber este diario de fuentes de la investigación que intenta destapar el alcance de las operaciones de comercio de carne sin las debidas garantías sanitarias por parte de dos miembros de una misma familia de Asturianos.

Agentes de la Benemérita y personal del Servicio Territorial de Sanidad, con el máximo responsable a la cabeza, acudieron personalmente a las instalaciones de Asturianos para identificar la carne que presuntamente se comercializaría a particulares y establecimientos hosteleros. Precisamente, las pesquisas se han extendido a restaurantes para comprobar si ha existido abastecimiento de carne sacrificada por los ganaderos a los que se acusaría de un delito contra la salud pública.

Entre el sector de hostelería de la zona se sigue el caso con sumo interés aunque también con tranquilidad «porque existen controles continuos» por parte de los servicios sanitarios.

Fuentes de la hostelería sanabresa, con platos de caza en sus cartas, siguen la operación realizada en Asturianos por la Guardia Civil con cierta incomodidad porque da a entender que en Sanabria-Carballeda se cocinan cosas muy raras cuando, según precisan, «existe una plena garantía de los productos cinegéticos». Subrayan que «cada quince días o todos los meses existen controles e inspecciones sanitarias, y ven las cámaras frigoríficas y las facturas».

Respecto a la adquisición de este género manifiestan que la carne de caza «se compra a distribuidores oficiales que la traen limpia, preparada y al vacío, y no hay porqué complicarse la vida».

Recalcan que, «con seguridad», ningún restaurante compra la carne, «y eso que puedo decir que hasta la regalan cuando hay cacerías, porque no merece la pena desollar al animal y prepararlo cuando por 6,50 euros el kilo te la dan limpia, con tarjeta sanitaria y todo. Ahora en Extremadura y Toledo se comercializan toneladas y todos los de congelados traen corzo, venado y carne barata».

Ante las versiones de «cenas trampa» para comprobar la existencia de productos de caza recogidos al margen de los circuitos legales señalan que «nadie ha venido a preguntar siquiera, ni a cenar ni a comentar nada».

Al saltar a la luz la operación de Asturianos, «los restauradores ya nos dijimos que podría salpicarnos y en mi caso comencé a preparar las facturas. Pero insisto que la caza de la hostería de viene de fuera y Sanidad sabe lo que hay».

Tampoco la hostelería desacredita que la carne de caza abatida en la zona pueda ser aprovechada, cuando es previamente analizada, «porque no hay porqué decir que es mala», pero para los hosteleros es una incomodidad desollarla y prepararla. «Es algo que se hace en los pueblos porque hay grupos de personas y de amigos que dedican su tiempo a prepararla y luego disfrutan de la comida».