La lluvia obligó este año a que la procesión de la Virgen de la Vega fuese "por dentro", no solo en sentido espiritual, sino literal, ya que el aguacero que hubo pasadas las once de la mañana impidió realizar el recorrido previsto en el programa de fiestas locales de Benavente.

La patrona de la ciudad, llamada cariñosamente como "La Veguilla", aguardó paciente en el templo de Santa María. También lo hicieron las decenas de personas que acudían a la iglesia para el rezo del día grande a la Virgen y para acompañarla en las calles como manda la tradición. Sin embargo, las previsiones meteorológicas se cumplieron y la fina e intermitente lluvia que había desde primera hora de la mañana, mientras en la Policía Local repartían los 1.500 panes de Veguilla, se convirtió en un fuerte aguacero a la hora en que la procesión tenía que salir.

Finalmente, se suspendió el desfile en las calles y se trasladó al interior del templo.

Solo se asomó la Virgen de la Vega a la puerta de Santa María del Azogue para escuchar el himno nacional de mano de la Banda Maestro Lupi. Gente resguardada en los soportales, peñistas cubriéndose con las propias banderas y alcalde, teniente alcalde y delegado de la Junta en Zamora sujetando el paraguas para evitar que las representantes de la juventud de las fiestas se mojaran el traje regional que llevaban.

Acabada la música, las prisas volvieron a llevar a la Virgen y a la gente al interior de la iglesia, donde se hizo una breve procesión en torno a la nave central. A continuación, la Veguilla ocupó un lugar preferente en el altar mirando los bancos abarrotados de gente de todas las edades.

El obispo de la diócesis de Zamora, Gregorio Martínez, ofició la misa a la que acudieron todos los sacerdotes de Benavente. Durante su transcurso, la patrona de la ciudad recibió diversas ofrendas florales.

La asociación Las Candelas solo pudo desfilar con los trajes tradicionales tras finalizar la Eucaristía, como el resto de gente hasta la Plaza Mayor.