El museo de la iglesia de Santa Marta de Tera o museo parroquial del camino mozárabe sanabrés viene incrementando su rica colección de fondos con la nueva incorporación de una colección de carracas y de matracas.

Una docena de instrumentos musicales utilizados en el Oficio de Tinieblas entre los parroquianos, y que cayeron en desuso a raíz del Concilio Vaticano II a mediados de la década de los 60 del siglo XX, cuando este acto de teatralidad dejó en abandono los instrumentos musicales idiófonos más señeros, tanto de las carracas como de las matracas. Idiófono (de los vocablos griegos "idios" que quiere decir propio y "fono", sonido).

El artesano de Camarzana, Andrés Rodríguez, ha donado las piezas por él fabricadas con toda fidelidad, que se han sumado a las de la parroquia de Santa Marta de Tera. Reproducciones de matracas o de carracas tanto de la zona como de tierras leonesas o extremeñas por donde atraviesa la Vía de la Plata. Un camino utilizado también por los peregrinos en su periplo jacobeo que se bifurca en el monasterio de la Granja de Moreruela dando origen al itinerario mozárabe con parada y fonda en Santa Marta de Tera.

Estos instrumentos musicales de percusión, las matracas (del árabe "mitraq", martillo) y las carracas (del sonido onomatopéyico "carr"), vienen a incorporarse a la muestra museística de Santa Marta de Tera con pleno significado didáctico. Evocan aquella época en la que los monaguillos recorrían las calles haciendo sonar, en muchos casos con un tirón competitivo, los instrumentos para la llamada a los fieles, a los oficios religiosos, en los momentos de la Semana Santa en que las campanas estaban de luto. Su tañido era silenciado dando paso a estos sonidos con evocaciones ancestrales.

A la entrada del antiguo palacio de los obispos de Astorga, nada más cruzar el umbral con portada renacentista, presidida por los medallones pétreos con las efigies del emperador Carlos V y del papa Julio III, y que ha pasado a ser museo parroquial o del camino de los peregrinos, el visitante se encuentra con la colección de los instrumentos de percusión portátiles de varios tipos. Matracas compuestas o de cajón, donde el vaivén de la mano provoca el sonido del interior; de tabla, en la que en ambas caras se han incorporado herraduras que al girar el tablero se provoca el golpeo o martillazo de los metales sobre la madera. O de uno o más martillos de madera golpeando sobre la tabla de los que penden. Hasta la de palma compuesta de dos tableros.

Las carracas no iban a ser menos. Éstas fueron más utilizadas en la provincia zamorana que las matracas. No obstante, unas y otras, convivían en el tiempo en algunas parroquias y cofradías.

Fenómeno cultural

La muestra da un ejemplo de estos instrumentos de percusión en los que el ruido se produce a causa del golpeteo de una o más lengüetas sobre los dientes de una rueda de madera. Así, hay varios ejemplos de carracas de las llamadas de manivela o de bandera. Incluso de aspas o de cruz. Más pequeñas o más grandes, todas ellas cumplían su función hasta hace unas décadas para llamar al rezo de los fieles o para hacer ruido evocando a los sonoros truenos. Porque para eso eran de tinieblas. Algunos estudiosos las sitúan entre la época judía para ahuyentar a los malos espíritus a través de su ensordecedor ruido. La propia Iglesia Católica fomentó su uso para ahuyentar al mal. Su simbolismo vendría dado por el ruido de la tierra en el momento de expirar Cristo en la Cruz, dicen otros.

Lo que sí está claro es que estos instrumentos han constituido un fenómeno cultural formando parte de nuestra vida y hoy aparecen como juguetes. En el museo parroquial de Santa Marta de Tera y gracias a las manos del artesano Andrés Rodríguez, el hacedor de Belenes con figuras articuladas, entre muchas de sus facetas artísticas, se permite contemplar una colección de estas piezas sonoras que han venido a incrementar la ya rica colección de este espacio museístico, el cual no deja de deparar sorpresas.