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Escaparate de un comercio de Zamora. | Jose Luis Fernández

La confianza en el comercio local

La falta de información sobre los productos y las falsificaciones en Internet acercan a los consumidores a los negocios de la ciudad

La llegada de las plataformas de ventas digitales mermó considerablemente las ventas en el comercio local, algo que los establecimientos de la provincia conocen muy de cerca. Con ello, muchos tuvieron que echar el cierre ante la imposibilidad de competir con un mercado en auge que ofrecía todo tipo de productos, con multitud de ofertas y disponible en los hogares a las pocas horas.

Dos personas mirando los artículos de una tienda de la ciudad. | Ana Burrieza

Sin embargo, la picaresca también entró en las plataformas y actualmente existe una gran desconfianza por diversos sectores que ofrecen sus productos y servicios en linea. Entre ellos están los de higiene corporal y cosmética, bienes sensibles a los que es necesario prestar especial atención ante el riesgo de alergias que pueden acabar en serios problemas de salud. Ante esta situación, lo más recomendable es mirar a fondo los componentes de cada uno, algo que se complica cuando estos no están disponibles en los portales web. Según la OCU, el 80% de esta línea de productos ofrecida en Internet no cuenta con información acerca de los ingredientes.

En la misma situación se encuentran los juguetes, siendo una de las principales compras en estas fechas. Durante los últimos días, numerosos expertos han alertado de los riesgos presentes en estos, conteniendo piezas pequeñas que pueden resultar fatales para niños de corta edad, u otros componentes que no están indicados en las publicaciones online.

Por ello, muchos consumidores han decidido realizar sus compras en los comercios locales de la ciudad. Desde los establecimientos indican que “en muchas ocasiones los clientes acuden a la tienda física para poder ver de cerca el producto y conocerlo mejor”, siendo las perfumerías unas de las más visitadas “para poder ver esos componentes que no aparecen en la red y valorar de mejor forma cual es la mejor opción”. Así mismo, también aprovechan para preguntar a los trabajadores y en numerosas ocasiones acaba en compra. “A veces llegan con la idea de ver el producto y comprarlo después en Internet, pero cuando están en el establecimiento y lo tienen en la mano, prefieren comprarlo en ese momento”.

Falsificaciones

Las falsificaciones existen desde hace años. Sin embargo, las compras por Internet facilitaron que se extendiera el fenómeno.

El sector cosmético se está viendo gravemente perjudicado por esta situación, dejando de ingresar en el país al menos 839 millones de euros. Se ha convertido en la tercera industria en España que más pérdidas económicas asume por este hecho por el comercio ilícito.

Durante los últimos años, las incautaciones de productos falsificados de perfumería y cosmética han llegado a duplicarse, obligando al sector a innovar en el sistema de seguridad, a través de nuevas características en el embalaje.

El sector de la alimentación también está sufriendo esta problemática. Los expertos indican que España es el país comunitario con más fraude alimentario, seguido de Italia y Países Bajos. Con la globalización, se ha facilitado acceder a ingredientes y materias de todo el mundo a través de un clic, lo que captó el interés de las mafias, que vieron un filón en ese nicho de mercado. Hay diferentes formas de falsificar, por una parte, puede sustituirse por completo el producto, el etiquetado, promocionar orígenes falsos o añadir otras sustancias, lo que puede suponer un importante riesgo para la salud.

Por estos motivos, el consumidor prefiere adquirir este tipo de productos en establecimientos físicos, donde la autenticidad cuente con una mayor garantía. Recientemente, desde la pandemia, el producto local, de proximidad ha ganado peso, poniendo en valor las materias primas de la tierra y las elaboraciones artesanales.

Dentro de la gama de alimentos con mayores tasas de falsificación, el azafrán es uno de los que encabeza la lista. El orégano también es uno de los primeros, afirmando Sicpa, experta en soluciones de seguridad, que más del 50% del que se comercializa en el continente está adulterado, como también sucede con otras hierbas aromáticas como la pimienta, el comino, la cúrcuma o el pimentón.

Por otra parte, la ropa y accesorios son otros de los elementos estrella en el universo de las falsificaciones. Con miles de páginas dedicadas a su venta, muchas de ellas comercializando abiertamente copias, a sabiendas del comprador.

Auge de la segunda mano

Si hasta hace apenas un par de años, comprar artículos de segunda mano era sinónimo de bajo poder adquisitivo y algo que no se mencionaba, ahora la realidad es muy distinta.

Con la búsqueda de la sostenibilidad, ha llegado el concepto de la reutilización, con grandes campañas de comunicación destinadas a la segunda vida de los productos, disminuyendo el consumismo y la producción masiva.

Las tiendas de segunda mano llevan toda una vida formando parte de los establecimientos de cualquier ciudad, tanto de grandes cadenas, como de pequeños propietarios. No obstante, el gran salto se dio a través de Internet, con la llegada de aplicaciones como Vinted o Wallapop que “pusieron de moda” este nuevo modelo de consumo entre la población más joven.

Ahora, este se ha extendido a la población adulta, que ve en estas una herramienta para poder ahorrar y, al mismo tiempo, hacer las compras que desean. Las prendas de ropa de segunda mano, que no gozaban de gran protagonismo han pasado a ser signo de carácter a través del estilo “vintage”.

Pese a que “la campanada” la diera la red, las tiendas han sabido aprovechar las circunstancias y han hecho las modificaciones oportunas para encajar en los gustos de estos consumidores.

Por otra parte, esta circunstancia también bebe de la corriente de la “adoración por el pasado”, esa sensación de que lo anterior era mejor, para colocar en el mercado objetos que hace relativamente poco tiempo, no habrían tenido ningún valor.

Entre ellos, los juguetes antiguos, ediciones clásicas de libros, cámaras de fotos analógicas, prendas, lamparas y artículos de decoración, máquinas de escribir o incluso teléfonos, han entrado en las cartas de los Reyes Magos durante la Navidad, algo que los anticuarios de zamora están sabiendo aprovechar, surtiéndose de piezas de diferentes épocas, con distintas historias de cada una que dotan a cada objeto de vida propia y de una anécdota que contar tras desenvolver el regalo.

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