La Opinión de Zamora

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Teodolindo Chillón Plaza | Medalla a la Dedicación Empresarial de la Cámara de Comercio

“Sobrevivir frente a las grandes empresas requiere conservar los sabores antiguos del queso”

“A los 16 años me hice cargo con mi hermano de la empresa familiar, siempre innovando para competir”

Teodolindo Chillón Medalla Dedicación Empresarial. Cedida

Aunque lleva más de una década jubilado, Teodolindo Chillón que con 16 años se hizo cargo de la empresa familiar, Quesos Chillón, con su hermano, continúa siendo el mejor consejero de sus hijos, cuarta generación de queseros. Su pasión por este producto le llevó a crear el Museo del Queso en Toro que visitan cada año 45.000 personas.

–¿Qué significa esta Medalla a la Dedicación Empresarial de la Cámara de Comercio después de tantos premios acumulados?

–Es una satisfacción enorme, da sentido a mi existencia, que la Cámara de Comercio reconozca mi dedicación de toda una vida al queso es impresionante. Para mí resalta la labor del empresario.

Cuando heredó la empresa de su padre, ¿la cabaña era muy pequeña?

–Mi abuelo tenía ovejas, pero hacían cuando más seis quesos. Mi padre, como todo el mundo hacía queso aquí y no se vendía, decidió ir a Galicia, iban con el carro y pasaban allí 40 días vendiendo. Con mi padre toma otras dimensiones, empezó a tener representantes en otras provincias y, cuando la heredo yo, era una empresa muy pequeña a cuyo frente estábamos mi hermano Manuel y yo con afán de superación y crecimiento. Mi hermano se retira y yo con 52 años, cuando amigos se jubilaban, le compro su parte y decido montar la fábrica en Toro.

–¿En esa etapa, cuánto aumenta la producción?

–De unos 200 o 300 kilos de quesos al día y hoy llegamos hasta 2.000. El paso más importante ha sido conservar la tradición, a pesar de que nos hemos adaptamos a las técnicas, tenemos una fábrica automatizada, pero logramos el mismo sabor que tenían antiguamente los quesos, que es lo más difícil.

–¿Cómo ha conseguido mantener ese sabor tradicional?

–Subsanando errores para conservar el sabor tradicional con el control de temperaturas, humedad, parámetros que si los descubriera, otras empresas lo pueden copiar. He sido innovador y he patentado el queso con vino, con miel y el picante. El empresario siempre intenta mejorar, estar por encima de las posibilidades de la competencia.

–¿Innovar es el secreto para que las empresas pequeñas sobrevivan?

–Y conservar los sabores antiguos para, ahí las grandes no pueden competir porque producen un queso a 0,20 céntimos el kilo, a mí me cuesta euro y medio.

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