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Una mujer abandona un supermercado casi vacío, a las puertas del toque de queda. |Emilio Fraile

La alarma dejó de sonar hace un año

El 9 de mayo de 2021, Zamora se libró del toque de queda y de los cierres perimetrales que habían restringido la actividad de los ciudadanos para contener al virus

Hoy se cumple un año desde que Zamora apagó la alarma. Después de posponerla entre junio y octubre de 2020, la provincia y el resto del país tuvieron que vivir con ella durante los seis meses y medio siguientes, hasta que el virus ofreció un respiro y permitió que el 9 de mayo de 2021 la ciudadanía se librara de buena parte de los grilletes que limitaban hasta entonces su movimiento. Este es el primer aniversario del fin de medidas como el toque de queda o los cierres perimetrales; del adiós a restricciones que la gente pretende olvidar y que convirtieron aquella etapa en una vida incompleta, sin el castigo del encierro total, pero lejos de la normalidad que ahora ya sí se atisba en el horizonte.

La Policía Nacional charla con un vecino de la capital para recordarle las normas. | Jose Luis Fernández

Las dos medidas citadas constituyeron las limitaciones principales a la vida de los ciudadanos durante aquellos meses. Durante más de medio año, solo los trabajadores nocturnos o los amantes del riesgo recorrieron las calles a partir de las diez de la noche. El resto se vio obligado a permanecer en sus domicilios para contener el avance del virus en un contexto en el que el proceso de vacunación aún vivía una fase incipiente.

Los problemas con la tercera ola

La medida se suavizó ligeramente en los días fuertes de Navidad, pero se vio agravada poco después, entre enero y febrero, con el polémico adelanto del toque de queda a las ocho de la tarde en todas las provincias de Castilla y León. La decisión del Gobierno autonómico ante los datos de la tercera ola derivó en un mayor esfuerzo de la ciudadanía, que regresó a la hora habitual de las diez poco después, pero que tuvo que resistir hasta el 9 de mayo sin trasnochar más que para ver la tele.

Algo similar sucedió con los cierres perimetrales, que resultaron más o menos exigentes en función de las circunstancias epidemiológicas. En el mejor de los casos, el desplazamiento hacia otras provincias de la comunidad, e incluso hacia otros territorios, pasó semanas abierto; en el peor, Zamora y sus comarcas se convirtieron en una isla para sus gentes.

La combinación de los horarios y la limitación al movimiento de las personas por las provincias atacaron a los sectores relacionados con el turismo y la hostelería

La combinación de los horarios y la limitación al movimiento de las personas por las provincias atacaron a los sectores relacionados con el turismo y la hostelería, que comenzaron a ver la luz justo hace un año. Aún así, desde aquel 9 de mayo de 2021, los bares aún continuaron con horarios restringidos, en un paréntesis que no se cerró hasta la llegada del otoño. Fue entonces cuando los locales empezaron a llenarse de nuevo. Desde hace unas semanas, funcionan ya sin las mascarillas.

En general, las reacciones de los sectores beneficiados por el decaimiento del estado de alarma recogidas en mayo de 2021 dejaban entrever un sentimiento de esperanza contenida, a la espera de que todo avanzara sin nuevos obstáculos. Para entonces, los pasos adelante y atrás se habían convertido casi en costumbre.

En todo caso, negocios relacionados con las bodas y otros eventos, las fiestas nocturnas y las verbenas de pueblo, o los teatros y las salas de conciertos expresaron su confianza en encarar un verano de práctica normalidad.

Eventos normalizados

Sin embargo, ese deseo se vio truncado por nuevas olas que, aun sin estado de alarma, condicionaron mucho el regreso a la añorada vida de 2019. Todo ha sido muy progresivo, aunque parece que será finalmente este verano de 2022 el que venga acompañado por el retorno del pack completo de la diversión sin ataduras. La primavera ya ha dado pistas sobre ello, con una Semana Santa normalizada, la recuperación de las romerías o la organización de fiestas nocturnas masivas en las que el COVID sigue flotando en el aire, pero con un papel más secundario.

El proceso de inmunización ha jugado un papel clave en este cambio de paradigma de un año a otro. El día en el que decayó el estado de alarma, solamente un 22% de los zamoranos había recibido la pauta completa de la vacunación; ahora, ya hace meses que ese porcentaje se sitúa en torno a un 90%. Además, un 70% de la población ha recibido un tercer pinchazo de refuerzo para multiplicar su grado de protección ante el COVID.

La vacuna ha permitido que el incremento del número de casos no se haya traducido en una saturación hospitalaria o en un incremento desatado de las muertes por COVID. Entre el 9 de mayo de 2021 y la misma fecha de 2022, la cifra de contagios ha pasado de 13.334 a 47.218, un 354% más; en ese mismo periodo, los decesos en el Complejo Asistencial han crecido de 430 a 584, una subida del 35%. Lo deseable es que las dos cuentas se hayan detenido el próximo año.

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