A este zamorano maestro de profesión la afición por la escritura le acompañó siempre. Amante de la literatura comenzó escribiendo libros infantiles y terminó anclando en el microrrelato “más acorde con mi formación y mi personalidad. Me atraía decir mucho con pocas palabras la magia y lo complicado que es deja al lector que imagine y concluya que lo viva a su manera”. Tres años después de publicaciones colectivas nace “Cuando el diablo no sabe qué hacer” su opera prima que reúne 90 microrrelatos.

–¿Por qué elige el microrrelato para contar sus historias?

–El microrrelato es un género que me permite cambiar de tema con rapidez, variar el tono, el momento histórico, los personajes…., soy de mente inquieta y siempre me están viniendo ideas diferentes, así que de esta manera me puedo permitir contar historias dispares según se me van ocurriendo.

–Se da a conocer hace tres años, ¿la escritura siempre estuvo presente en su vida como actividad?

–Ya en la universidad gané un premio de relatos cortos, y tengo redactados, desde hace tiempo, cuentos que permanecen guardados en un cajón esperando su oportunidad, así que sí, me gusta escribir desde hace mucho tiempo.

–¿El pudor o el miedo pudieron más que esa necesidad de contar lo que uno imagina hacia el exterior?

–Ni pudor ni miedo, ha sido un proceso en el que poco a poco he ido creyendo más en mí. A ello han contribuido tanto mi hermano como mi mujer, a los que les estoy muy agradecido.

–En sus obras se atreve con todos los géneros, ¿en estos 90 microrrelatos predomina alguno?

–Quizá lo que más predomina es la intriga, la tensión.

–¿En cuál se siente más cómodo?

–Tengo una compañera que dice que algunos de mis relatos acaban de forma trágica, pero creo que esto no es así. Escribo sobre la vida, y aunque todos desearíamos que la vida tenga un final feliz, la mayoría de las veces no es así. Pero en mis narraciones suele haber un final inesperado, abierto, algún giro. Es una de las características del microrrelato.

–¿Cómo elige la temática en torno a la que girará ese pequeño relato?

–Algunas veces la situación actual, dependiendo de si me indigna y o me agrada. Otras veces, sencillamente, me viene la idea a la cabeza, es una inspiración.

–La vida cotidiana ofrece miles de posibilidades, ¿es de los escritores que lleva su libreta y toma notas de esa realidad para incorporarlas o recrearlas en sus trabajos?

–Pues no lo hago, pero debería. Recuerdo un día en que me vino la inspiración mientras me duchaba y tuve que salir corriendo para ponerme a escribir. También ha habido casos en los que se me ha ocurrido alguna idea en la cama medio dormido, y aunque intento recordarlo, a la mañana siguiente lo he perdido. Ahora mismo tengo en la cabeza tres posibles relatos, y debería apuntarlos, porque corro el riesgo de olvidarlos.

–Bebe de los grandes como Edgar Alan Poe, ¿qué influencia se deja ver en sus creaciones?

–Es cierto que algunos relatos tienen una temática fantástica, me gusta hacer que ocurran cosas inverosímiles. También me gusta utilizar la cultura y los escenarios ingleses. Tengo la especialidad de inglés y tanto el idioma como el país me atraen mucho. He desarrollado proyectos educativos sobre cultura inglesa. Posiblemente de esta formación venga la influencia que aporto a bastantes de mis creaciones.

–Sus lecturas incluyen las fábulas siempre con una lección que aprender, ¿también hay “moralejas” en sus escritos?

–No, no pretendo decirle a nadie cómo debe actuar ni cuál es el camino a seguir. Aunque hay relatos en los que los animales hablan o actúan como seres humanos, el sentido del microrrelato es dejar los finales abiertos para que el lector saque sus propias conclusiones y le ponga el final que desea. Si se siente atraído por un final feliz o por uno ruin, es cosa suya, no mía.

–¿Elegiría alguno en concreto como más representativo de su forma de contar y construir situaciones?

–El Tendero. Es el relato que me dio confianza y supuso el inicio de la aventura de escribir este libro. Gané con él, para mi sorpresa, el primer premio del certamen de microrrelatos de la Feria del Libro de Zamora de 2017, fue mi primer galardón.

–¿Ese premio le dio el impulso para publicar?

–Fue como un comienzo en esta aventura del libro. Ese cuento me salió en media hora, aunque después hay que perfilarlos.

–¿Cuál era el argumento?

–Hablaba de una niña de la España de la posguerra, sobre su visión del conflicto. El señor Juan, el tendero, había fallecido y cuento cómo fue esa muerte y la relación que tenían ambos.

–¿Siempre escribe con tanta rapidez?

–No, a veces la idea viene clara y fluye sola, otras hay que darle vueltas, sobre todo, es difícil cuando se limitan las palabras a mil o dos mil y hay que recortar, tienes que decir mucho en pocas palabras. Tengo relatos de una o dos líneas, y ya explican la idea.

–¿Nunca tiene la sensación de que queda algo por decir?

–No. Por su brevedad se empieza en el nudo y el desenlace se deja abierto. Hay uno en el libro con el final totalmente abierto.

–¿La novela aterra o está trabajando en algún proyecto?

– ¿Aterrar? No, solo que aún no me siento cómodo en ese género. De todas maneras, poco a poco estoy escribiendo algo. Ya llevo terminados varios capítulos. No sé si lo acabaré, pero mientras tanto sigo con mis microrrelatos.