Considerada la meca de la astronomía, la isla canaria de La Palma reúne las mejores condiciones apra la observación de las estrellas. Científicos y aficionados encuentran en las cumbres palmeras privilegiadas atalayas desde donde contempar el universo. A más de dos mil kilómetros de aquel paraíso estelar, el observatorio astronómico de Sobradillo de Palomares, en la comarca de Sayago, ha "tocado" ese cielo durante el confinamiento.

Así lo demuestran las mediciones realizadas por el astrofísico zamorano Javier Domínguez, según las cuales el parón de la actividad ha conseguido reducir el flujo luminosio en un 15% respecto al periodo previo al estado de alarma.

Con el espacio aéreo bloqueado, la circulación por carretera reducida a la mínima expresión, empresas y polígonos industriales parados y los "iluminados" campos deportivos cerrados, la observación del cielo de Zamora ha mejorado de forma notoria. La hibernación económica y social durante la fase cero del estado de alarma ha favorecido la calidad del cielo nocturno, un diamante escasamente reconocido pese a los esfuerzos de astrónomos e investigadores como el ingeniero zamorano Javier Domínguez, empeñado en conseguir para la provincia la certificación de Reserva Starlight.

La medición del brillo cenital del cielo realizada en el trayecto desde el observatorio astronómico de Sobradillo de Palomares hasta Zamora, confirma que es posible minimizar o corregir la contaminación lumínica si se toman medidas en la instalación de alumbrados e iluminaciones ornamentales. Con menos puntos de iluminación encendidos, los datos tomados durante el periodo de confinamiento equiparan la calidad del cielo en la zona del observatorio de Sobradillo a la de la isla canaria de La Palma, considerado como un lugar perfecto para disfrutar del universo.

La gráfica de brillo comparativa durante confinamiento revela que "la diferencia medida en el observatorio es de 0,145 magnitudes visuales astronómicas, que equivale a un decremento del 14 % del brillo del cielo". El valor más alto, tomado en el observatorio de Sobradillo, se acerca a las 22 magnitudes, "unas calidades comparables a La Palma" apunta el creador del primero observatorio astronómico de Zamora que desde principios de año forma parte de la IAU (Unión Internacional Astronómica), agrupando a profesionales de todo el mundo.

Los datos demuestran "claramente" que, durante el parón impuesto por la pandemia, la contaminación lumínica, sobre todo en Zamora, ha bajado en intensidad. "Creo que se debe fundamentalmente a que no se han encendido los focos de las canchas deportivas y a que han cesado las actividades económicas que generan iluminación exterior bastante importante" precisa Domínguez.

La luminosidad de los objetos del cielo es menor en los pasos por travesías (Sobradillo, Pueblica de Campeán, Tardobispo, el polígono de Los Llanos y Zamora) que en zonas de campo abierto donde no existen focos de iluminación artificial.

Esos buenos valores de la calidad del cielo durante el confinamiento se relacionan también con la práctica paralización del tráfico aéreo, que en Zamora tiene una incidencia especial por ser una de las autopistas europeas de tránsito aéreo. "Las turbulencias que generan los aviones se notan mucho, sobre todo cuando se hacen fotos de larga exposición porque en cualquier momento puede pasar uno cerca. En cambio en los días de confinamiento daba igual donde observaras, no había ningún problema" explica el astrofísico zamorano.

Sin embargo no ha parado la actividad de los parques eólicos, cuyos destellos blancos crean un notable impacto porque las luces rebotan en la atmósfera. Este tipo de instalaciones pueden suponer toda una amenaza para la observación del firmamento, aumentada si las luces no se instalan de acuerdo con la normativa de prevención de la contaminación lumínica. La Ley 15/2010, de 10 de diciembre, establece que se debe prevenir y minimizar la contaminación en el cielo nocturno, y, en particular, en el entorno de los observatorios astronómicos.

Una batalla que libra Javier Domínguez en su objetivo por conseguir que Zamora tenga la certificación de Reserva Starlight, que se concede a las zonas más libres de contaminación lumínica. "Si hubiera cierta sensibilidad tomaríamos precauciones como utilizar luces anaranjadas, más cálidas en lugar de frías. O intentaríamos evitar focos e iluminar los menos posible, lógicamente primando la seguridad, pero siendo cuidadosos con no emitir hacia el cielo. Estas medidas mejorarían mucho la calidad del cielo que, al fin y al cabo, es patrimonio y además es un bien escaso en Europa".

Domínguez parece haber encontrado la complicidad de la Diputación para hacer de Zamora un destino de astroturismo. Asegura que el oeste de la provincia reúne las condiciones porque "estamos ante uno de los pocos territorios de la Península Ibérica y Europa todavía poco afectados por la contaminación lumínica".