"El monstruo que nos unió" es el título del cuento que los profesores del colegio Jacinto Benavente idearon para que sus alumnos entendieran la situación que estaba ocurriendo alrededor de la pandemia y cómo estaba afectando de manera especial a los abuelos. "Es un monstruo de los más terribles, porque es invisible. De todos es sabido que son los peores, porque, aunque quieras luchar y enfrentarte a él no puedes porque no lo puedes ver", se describe al coronavirus en el relato, protagonizado por varios alumnos del centro.

Los mayores son las víctimas favoritas de este "monstruo" y por eso se explica en el cuento que "para cuidarlos, tenemos que cuidarnos, porque si entra el monstruo en nosotros, podemos pasárselo a ellos. Por eso nos vamos a quedar todos en casa, para que este monstruo no nos pille", se advierte en la historia, donde se invita, al igual que sus protagonistas, a escribir cartas a los abuelos que viven en las residencias "para que cuando las reciban, tengan una gran y enorme sonrisa".

Y este ha sido el objetivo que se han marcado desde el inicio de la crisis los estudiantes del colegio Jacinto Benavente. Los niños han cogido sus rotuladores y pinturas para crear dibujos con mensajes de ánimo para los residentes de muchos centros de la provincia. Y algunos se han animado incluso a escribirles cartas. "Queremos que todo esto termine para poder volver a estar todos juntos"; "os mando mucho ánimo y fuerza" o "espero que se acabe esta cuarentena para poder encontrarnos por las calles, volver a vernos cara a cara y no tener más videollamadas" son algunos de los deseos de los alumnos en sus misivas.

Es una iniciativa que se ha recibido con tanto cariño en las residencias que incluso alguna de ellas ha dado un paso más, como es el caso del centro Domus Vi Puerta Nueva de la capital, donde se ha decidido que sus residentes puedan responder a estas muestras de afecto. Así que ellos también se han puesto manos a la obra para dedicarles cartas y dibujos. Además, en la residencia tienen un gran mural -que va creciendo semana a semana- donde todos los abuelos pueden ver la correspondencia recibida por parte de los niños.

Desde la residencia, la trabajadora social María Cruz Iglesias reconoce que es una iniciativa "muy bonita en medio de esta rara circunstancia que les ha tocado vivir a los mayores. Pero así conocen también cómo lo están pasando los niños, pudiendo salir solo unas horas a la calle, por lo que comprenden que es una situación que no solo les afecta a ellos, sino a toda la población", argumenta.

No es la primera vez que participan en una actividad intergeneracional, pero esta tiene un carácter especial. "Este proyecto les ayuda mejor a comprender todo lo que está pasando, de una forma muy sencilla, puesto que se lo están explicando niños con sus propias palabras", agradece la trabajadora social de la residencia quien considera "emocionante" leer las palabras de apoyo de los menores.

La correspondencia se comparte en las redes del colegio para que lo vean no solo los niños, sino también sus familias. "Ha sido una manera muy bonita de poner en contacto a dos generaciones que, siendo tan distantes, tienen tanto en común y que han tenido que vivir esto de una manera muy intensa", explican desde el centro escolar, donde han aprovechado con este proyecto también a trabajar la educación emocional de sus alumnos, "poniéndose en el lugar del otro y echando una mano siempre que sea posible", argumentan.

Como en el final del cuento, todos esperan que el monstruo, "en vez de separar, lo que consiga sea todo lo contrario: unir más a todas las personas". Una moraleja que, a día de hoy, se está cumpliendo, uniendo por vía epistolar a niños y mayores.