Y a partir de ahora ¿qué? "La desescalada será complicada, aunque confío en que se valores que hemos estado aquí y cuando empiece la normalidad, espero que la gente se acuerde un poco. Pero no se puede saber, porque el gigante está ahí y cómo lo vamos a parar". Como todos los pequeños empresarios, Alejandra teme las consecuencias del virus y el "tsunami" de grandes superficies, tan apetecibles para ciertos consumidores como letales para un sector siempre al pie del cañón, a las duras y a las maduras como se ha demostrado durante el confinamiento.

No habrá fiestas patronales, pero sí está por delante un verano que es toda una incógnita. Primero porque se desconocen las posibilidades de movimiento, en función de la famosa curva de la pandemia, y en segundo lugar por lo que harán los veraneantes. "Yo creo que, si se puede, la gente va a elegir el pueblo antes que la playa; aunque habrá familias tan tocadas que igual no se pueden mover de casa porque no hay dinero. No se sabe nada, tampoco si la gente va a empezar a consumir. Hay mucha incertidumbre, tenemos muchas ganas de salir a la calle, pero a la vez nos hemos dado cuenta de que no necesitamos tantas cosas".