Ocurrió un día del pasado mes de abril. En pleno Estado de Alarma, un coche en el medio de la plaza de Torregamones y dentro una joven envuelta en apuntes y libros mientras brujulea con el móvil. No estaba jugando ni salía de casa por antojo.

Leticia Miano, estudiante de 2º de Bachillerato en la Escuela de Arte de Zamora, intentaba conectarse con sus compañeros y el profesor para seguir una clase "on line". Aparcaba a la puerta del Ayuntamiento captando la wifi con su teléfono móvil para no perderse la clase. "Hay clases que son presenciales y si no las sigues "on line" suspendes porque es como si no asistieras" explica esta estudiante sayaguesa.

Refugiada en el coche durante los lluviosos días de abril, Leticia intentaba de la mejor manera seguir el curso. Así varios días, batallando contra deficiencias tecnológicas que se han hecho más evidentes en tiempos de cuarentena, especialmente para los estudiantes del mundo rural. El confinamiento de los alumnos en pueblos ha cargado de razones a la España vaciada en su batalla contra la brecha digital.

Solo el empeño de los estudiantes y profesores, y la colaboración de los ayuntamientos, ha hecho posible que muchos alumnos del mundo rural puedan seguir el curso como el resto de sus compañeros, en las condiciones que ha impuesto el Covid19.

"Todo esto nos ha pillado de nuevas, teníamos que conectarnos para seguir las clases, entregar trabajos, por otro lado la aplicación de la Junta se colgaba bastante porque todos los estudiantes intentábamos entrar a la vez; fueron días de mucho estrés, pero por parte del centro hemos recibido apoyo constante" expresa Leticia. "Le comenté a la jefa de estudios como me pille la Guardia Civil a ver cómo le explico?".

Andrea Rodríguez, alumna del grado de Técnicas Escultóricas en madera en la misma Escuela de Arte, representa al igual que Leticia un ejemplo de las dificultades que deben afrontar los jóvenes del medio rural para seguir la planificación de este curso extraordinario en las mismas condiciones que sus compañeros.

La comprensión del claustro de profesores y muy especialmente la jefa de estudios que "desde el primero momento, cuando le contamos nuestros problemas para conectarnos ha intentando buscar soluciones", salva una situación comprometida para estas estudiantes. Fue la jefa de estudios de la Escuela de Arte quien propuso a las alumnas hablar con los alcaldes para ver si podían utilizar algún local con wifi "y así lo hemos solucionado fenomenal".

Leticia en una oficina del Ayuntamiento de Torregamones y Andrea en la biblioteca municipal de Fonfría han solventado la carencia de Internet y convertido estos espacios es sus aulas particulares. "Fue pedirlo y los alcaldes no nos han puesto ningún problema" reconocen estas dos alumnas, a las que el estado de alarma les pilló en el pueblo. Leticia estaba allí para pasar el fin de semana, como es su rutina, y Andrea había ido a Fonfría a ver a su abuela y llevarle la compra. Ni una ni otra ya pudieron salir de allí.

"En el piso de Zamora me veo más limitada, aquí dispongo de más espacio" cuenta la joven artista confinada en Fonfría, donde está modelando una escultura en barro y ha hecho otra de cemento durante el confinamiento.

Antes de encontrar la solución en la biblioteca, Andrea se las arreglaba gracias a la colaboración de sus compañeros que le mandaban los trabajos que ponían cada docente vía Whatsapp y ella por esta misma red mandaba fotos de lo que iba haciendo. "Los profesores han estado al tanto de mi situación y han sido comprensivos". Aunque no cuenta con todos los materiales que necesitaría para realizar las obras, "dentro de las posibilidades que tengo voy haciendo ciertas esculturas" cuenta desde el otro lado del teléfono.

Leticia y Andrea confiesan encontrarse "tan ricamente" en el pueblo, en palabras de la sayaguesa. Un espacio inspirador para estas jóvenes artistas; "estar tanto tiempo dibujando y modelando te da facilidades para nuevas ideas" expresa Andrea. La primavera exuberante y los sonidos ayudan también a esta creadora, aspirante a maestra de taller y que, puesta a modelar, se atreve con todo: hierro, madera, barro, escayola, piedra. "No digo no a ningún material y estaría encantada de trabajar desde el pueblo pero hay que ser realistas, no hay oportunidades de trabajo y menos para la gente joven sin experiencia".

Leticia, sayaguesa de pura cepa, expresa su amor por un pueblo donde ya ha dado buena cuenta de sus dotes creativas. En la pared de una nave ganadera de la familia perdura la obra inacabada de un Guernica que promete concluir "en cuanto pueda y se pase todo esto". De momento hay que acabar el curso con éxito y afrontar el desafío de la Selectividad en tiempos de coronavirus.