"Ya teníamos todo hecho, muchas piezas de Pascua acabadas, así que nos decidimos a abrir". Esta fue la conclusión de Isidoro Pérez, artesano zamorano, cuando las limitaciones del estado de alarma pondrían contra las cuerdas a la mayor parte de las pastelerías, muchas de ellas abocadas a bajar el telón. Una lástima. Máxime en un periodo especialmente propicio para el azúcar: la Semana Santa.

De hecho, la confitería Álvaro, en la que trabaja Isidoro Pérez, suele hacer un alarde de imaginación en su escaparate para que la gente se sienta reflejada en sus cofrades de chocolate, pasos comestibles y flores hechas de azúcar. Este año, habían elegido los huevos de Pascua como estandarte. El negocio planteaba un 20% de ventas entre los huevos y las piezas de Pascua de chocolate, además de la pastelería fresca y los encargos. "No se nos permitió el ERTE por ser de primera necesidad, así que las 16 personas que somos decidimos intentar continuar vendiendo", afirmaban, en el estreno de esta extraña Semana de Pasión.

En los albores de las procesiones, Cuadrisserie había producido 40 kilos de dulces. "No es mucho comparado con otros años, pero, para la temporada que estamos teniendo, es más que suficiente", reconocía Fernando. La pastelería ha trabajado en el reparto a domicilio, en las últimas semanas, de cajas de cofrades de chocolate, almendras garrapiñadas y aceitadas bañadas en chocolate, de producción propia. La intención del establecimiento para salvar la Semana Santa era la fabricación por encargo, porque "la gente sigue queriendo sus dulces".

En su caso, María Victoria, panadería de recorrido en la ciudad, ha combinado el despacho de pan con los dulces. Y entre ellos, las aceitadas, reinas de estas fiestas. El estado de alarma, el confinamiento, llevó a sus responsables a bajar el precio de esta exquisitez zamorana para intentar convivir con las circunstancias.

Porque las ventas se habían ralentizado ya antes de Semana Santa. "Nosotros teníamos producidos 200 litros de aceitadas cuando saltó el coronavirus, así que intentamos venderlos", explicaba su dueña días atrás.

Es decir, que los artesanos zamoranos se han empeñado en combatir las duras circunstancias actuales, evitando mandar los empleados a casa. "Hay que hacer lo posible por aguantar, porque nadie más que nosotros nos va a ayudar", explica María Victoria. "Nos tenemos que agarrar a un clavo ardiendo", concluye.