Queridos hermanos:

En este Martes Santo tan complicado que nos está tocando vivir, este Martes Santo de confinamiento, en el que todo ha sido trastocado por este virus que trata de destruirlo todo y que nos obliga a cambiar nuestra vida diaria, quiero pediros resistencia. Con la ayuda de Nuestro Santísimo Cristo de la Expiación o de la Agonía saldremos adelante, saldremos adelante todos juntos y fortalecidos. También quiero insistir en lo que venimos repitiendo desde nuestras redes sociales, todos debemos quedarnos en casa y hacer caso de las indicaciones de nuestras autoridades sanitarias, sólo así venceremos esta pandemia.

Este Martes Santo me he levantado con un vacío en el estómago, con una sensación de que me falta algo por hacer, el no poder acudir a velar a nuestro Cristo un rato, el no estar junto a Él, "Tú y yo solos, como hemos hecho toda la vida, contándote mis cosas y pidiéndote salud para mi familia, solo eso SALUD"; me imagino que os pasa igual a todos vosotros, Hermanos; estoy seguro de que os está pasando algo parecido. Siempre lo he pensado y se lo recuerdo a los nuevos hermanos en el rito de entrada: "entráis en una Hermandad diferente, ¿por qué? Cuando pase algún tiempo lo comprenderéis".

Este Martes Santo vamos a echar muchas cosas de menos: nuestra convocatoria en Santa María de la Horta antes de que comience la Eucaristía, esos abrazos a los hermanos que vienen de fuera una vez al año para acompañar a nuestro Cristo, esos nervios, esos preparativos antes de que comience la procesión "ajústame el pañuelo, ¿llevo bien el fajín?, cuidado con el hachón que no se parta la vela" y luego... esos siete redobles que piden silencio porque nuestro Cristo sale a la calle, se hace el silencio y salimos lentamente de la Iglesia para pasar ordenadamente delante de Él para acompañarlo hasta la plaza de Viriato donde rezaríamos las Siete Palabras, por último, regresaríamos lentamente y casi solos por las calles de esta Zamora, ya dormida, hasta "nuestra casa" donde siete sonoros redobles nos avisarían de que Cristo ya ha entrado y todo "está cumplido". Esos abrazos, esos deseos de salud para que podamos estar otra vez vistiendo la pana verde... todo eso, este año no podremos vivirlo; pero estoy seguro que con el corazón si estaremos hoy todos junto a Tí, Santísimo Cristo de la Expiación, todos te acompañaremos con nuestro corazón para rezar las Siete Palabras a tu lado y todos regresaremos contigo en el corazón para desearnos salud para juntarnos el año que viene, esta vez sí, en nuestra casa, en Santa María de la Horta donde con más fuerza e ilusión que nunca nos prepararemos para acompañarte por las calles de nuestra ciudad y regresaremos contigo hasta nuestra Iglesia.

No puedo terminar estas letras sin tener un recuerdo muy especial por todo aquellos que en estos momentos tan difíciles están velando por todos nosotros: por nuestros sanitarios que se desviven por atendernos, por las fuerzas de orden público que vigilan nuestra seguridad, por todos aquellos que tienen que trabajar y tratan de dar normalidad a una situación tan anormal, también quiero pedir por los enfermos de esta pandemia y su pronta recuperación y por los que no han podido superar esta enfermedad para que nuestro Santísimo Cristo los lleve junto a Él.

Salud y que nuestro Santísimo Cristo de la Expiación vele por todos vosotros.

(*) Hermano abad