A las dos de la tarde suena el timbre de la casa del cura en Villaralbo. Un repartidor espera a la puerta con una bolsa cargada de tápers listos para consumir, hace la entrega vigilando en todo momento la distancia. Volverá a hacer el mismo proceso todas las semanas en más de una decena de pueblos y en unos cuantos hogares de Zamora capital. El menú cuesta menos de cinco euros al día y garantiza comer caliente.

La crisis del coronavirus ha cambiado el perfil del consumidor de comida a domicilio: antes eran jóvenes que trabajaban o estudiantes que no tenían ganas de cocinar. "Ahora hemos añadido muchas personas mayores que tienen miedo de salir a comprar o que acudían a comedores sociales", explica Saulo Hernández, gerente de la zamorana Cátering de Luz. "Estamos sirviendo a mucha gente a la que, si no pudiéramos atenderla por el virus, estaría en una faena bastante importante".

En una provincia tan envejecida como Zamora, la comida a domicilio ha pasado a ser un servicio imprescindible tanto para este colectivo como para algunas familias. Por eso, mientras las calles están vacías, algunos comercios las recorren para hacer llegar la comida a pie de puerta, aún sabiendo el riesgo que ello conlleva. "Hoy, más que nunca, estamos dando un servicio básico", apunta Saulo. A estas alturas, todo profesional sabe qué medidas sanitarias debe tomar. Pero nunca son suficientes: "Dividimos al los turnos de trabajo abriendo la cocina durante más horas para que haya pocas personas a la vez, individualizando cada tarea".

La fruta y la verdura también son esenciales en la dieta de cuarentena. Desde Frutería Gema preparan a diario más de cinco pedidos que incluyen de todo: calabacines, naranjas, legumbres y fresas, muchas fresas que "piden los mayores porque dicen que ya que están en casa, comen algo de la primavera", cuenta Juan Aguilera, dueño de la frutería. La entrega se hace con todas las medidas sanitarias: metro de distancia, guantes, mascarillas y la vuelta ya desinfectada en una bolsita de plástico. "Estamos notando que viene mucha gente nueva porque saben que nuestros productos no están manoseados porque los servimos nosotros mismos, a diferencia del súper", reflexiona el frutero. En este comercio siempre han tenido un precio mínimo para repartir pero "lo hemos rebajado para que haya mayor acceso".

Un poco más allá de esta frutería, cerca de San Torcuato, también empaquetan en horario reducido. Francisco Cuadrado, dueño de la pastelería Cuadrisserie, no solo prepara tartas de cumpleaños para aquellos a los que les toca celebrar en cuarentena, sino que además ahora reparte pan y desayunos a domicilio. "Suelen pedir mucho el desayuno para dos, que lo preparamos con croissants, fruta cortada, chocolate y otros detalles", explica. "Ahora la gente compra pan para varios días y lo congela para no salir de casa ", explica mientras prepara un pedido de dulces. Igual que sus colegas de sector, Francisco considera que aunque ahora el ingreso es menor, su deber es seguir atendiendo.