Catedrático de Filología Griega en la Universidad Complutense de Madrid, Antonio Piñero es, quizá, el mayor experto en la figura de Jesús de Nazaret desde el punto de vista histórico, un aspecto al que ha dedicado decenas de libros a lo largo de toda su vida. Conocedor como nadie del cristianismo primitivo y apasionado conversador, Piñero es también un habitual de los medios de comunicación: es fácil hallar sus rotundas opiniones sobre Jesús y la Biblia en periódicos, radios y televisiones. Esta semana, el filólogo ha iniciado un ciclo de conferencias en el Museo Etnográfico que, bajo el amparo del Ayuntamiento de Zamora, pretenden acercar al público temas capitales para el hombre a través de sus mayores divulgadores.

-Vamos a verle en Zamora durante varias semanas, ¿viene a desterrar tópicos sobre la figura de Jesús?

-Sí, pero no con un afán militante. Soy filólogo, hago historia de las ideas, estudio textos. En mi profesión, somos muy minuciosos, miramos los textos hasta el extremo para distinguir una letra de una "cagalita" de mosca. Deducimos de los documentos antiguos lo que nos parece común conocimiento sobre una determinada época. Hacemos Historia, no militancia. Yo no le digo a nadie que destierre sus ideas, le explico lo que dice la Historia.

-Estamos en el siglo XXI. Supongo que todavía hoy se reirá cuando se sigue dando vida a los grandes tópicos sobre la historia sagrada, ¿cuáles son las falsas ideas que más se repiten?

-La primera de esas ideas es la inexistencia de Jesús, es verdaderamente absurdo. Yo soy un hombre totalmente agnóstico, no creyente. El 99% de los estudiosos pensamos que la única forma de explicar lo que se produjo en el cristianismo primitivo se explica exclusivamente por la existencia de un personaje que posteriormente se idealizó. Que la gente diga que los Evangelios son una creación de cuatro "piraos" es una estupidez, no saben nada.

-¿Algún otro de esos tópicos como mayúsculas?

-Cuando se dice que Jesús se casó con María Magdalena. A mí, personalmente, me da igual si se casó, si fue soltero o viudo. Lo único que tengo que decir al respecto es que no tenemos ni un solo documento que lo respalde. Quien defienda que así ocurrió, tendrá que presentar un texto fehaciente, no uno del siglo XIX. María Magdalena y Jesús entran dentro de ese paquete de teorías absurdas que se fundamentan en nada. En el Nuevo Testamento, el más cercano a Jesús, solo hay un texto, de Lucas, en el que se habla de la Magdalena como una posible relación con Jesús, junto con otras dos personas antes de la crucifixión. Ya me dirá usted qué vamos a sacar de esa parte, entre las más manipuladas de los textos sagrados.

-Habla de la crucifixión, que precede a la muerte y resurrección de Jesús, ¿se ha manipulado también esta parte en la que se fundamenta el cristianismo?

-Hay quien dice que Jesús no murió. Si hubiese sido así, no habría cristianismo. Esta religión nace de tener que responder a algo que no podían explicarse, la muerte del mesías. La cristología, la ciencia de Jesús como mesías, empieza por dar una respuesta sobre lo que pasó con un individuo al que creían el redentor y que murió como un bandido. Si no muere, no hay religión.

-Las reliquias, que están dando que mucho que hablar últimamente, han generado un debate apasionante...

-Sí, pero a mí no me apasionan. Yo me dedico al núcleo, los antecedentes inmediatos: el judaísmo del siglo I antes de Cristo y el siglo I, el de Jesús. Y en todo caso, el de después. ¿Cuándo empiezan las reliquias? En los siglos IV o V.

-Fíjese que a pocos kilómetros de Zamora, en León, se custodia el Cáliz de doña Urraca y en la catedral de Valencia, su máximo competidor. ¿Hay algo detrás de estas copas desde el punto de vista histórico?

-Nada. La teoría del Santo Grial no tiene ningún fundamento en el Nuevo Testamento. Entre otras razones, porque ni siquiera sabemos cómo fue esa última cena. ¿Qué fue en realidad? ¿Una cena pascual? No lo parece ni hay detalle alguno. No aparecen ni las hierbas amargas, ni el rito, nada de nada. Tampoco podemos asegurar históricamente nada sobre que Jesús instituyera la eucaristía como nosotros la pensamos hoy. La Iglesia primitiva, que no se preocupó de la tumba de Jesús ni sabía dónde estaba enterrado, ¿cómo se va a preocupar de una copa común, prestada?

-¿Representa la Iglesia de hoy los valores del Jesús histórico que usted conoce?

-El Jesús que yo conozco es puramente histórico. Habría que distinguir a Jesús de Jesucristo. Jesús de Nazaret es un carpintero y un rabino, como otros muchos. Ese señor encaja en las coordenadas del siglo I. El gran maestro de los judíos Hilel fue zapatero toda su vida. Jesús fue un señor que fracasó en lo suyo y que lo mataron por sedicioso. ¿Qué predica la Iglesia? Cristo. Cuando mezclas un personaje histórico con toda la idealización es lo mismo que, aquí en España, un furioso defensor de Franco. Ese "Franco" esta absolutamente idealizado. Algunos rasgos comunes tendrá el personaje y la persona, pero el paquete global está sublimado, magnificado, divinizado en el caso de Jesús.

-En Zamora ha podido disfrutar ya de la ciudad con mayor número de templos románicos en su casco histórico, ¿cree que el mensaje que lanzó la Iglesia en la Edad Media a través de este nuevo estilo arquitectónico y artístico tergiversaba la idea de Jesús ante la sociedad, en función de sus intereses?

-No en el sentido de sus propios intereses. El tergiversador, fue de alguna manera, el creador del Cristo celestial, Pablo, que dio su vida por ello. Fue como otros fanáticos del siglo I, como los defensores del profeta Enoc, del que no se sabe nada y tenemos cuatro libros.

-En alguna ocasión ha dicho que Jesús tenía una enorme capacidad para movilizar a las turbas, de convencer. Hoy, dos mil años después, en una ciudad alejada de aquello como Zamora, la fuerza de ese personaje pervive cada Semana Santa...

-Una Semana Santa muy valiosa desde el punto de vista artístico. La figura de Jesús ha ido ganando fuerza con los siglos. Es posible que en el momento actual haya perdido algo a partir de la descreencia general con el sistema dogmático de la Iglesia. Para la juventud de hoy, que está pensando en la Guerra de las Galaxias, no encaja la cosmovisión en el sentido del mundo y del universo. Jesús, como hombre idealizado, sigue teniendo hoy una gran potencia. Hay que tener en cuenta que la fuerza misionera, todas las iglesias cristianas, se basan en la imitación de Jesús.

-Usted defiende que los hechos de lo que llamamos Semana Santa duraron meses, ¿reducirlos a siete días tenía un objetivo publicitario?

-No publicitario, pero sí un criterio literario. La muerte de Jesús en la cruz es el acto de la redención de la humanidad, por el que se perdonan todos los pecados. Por eso había que venderlo bien literariamente y para ello no se podía contar una historia muy grande. Se comprime -con las antiguas leyes de unidad de tiempo, lugar y acción de Aristóteles-en una sola semana. Como la Guerra de Troya, que teóricamente duró diez años. ¿Cuánto dura La Ilíada? Prácticamente veinte días. La compresión literaria tiene mucho mérito, gana al público.

-Y además hace que hoy pensemos que fue así...

-Exacto. Pero, por lo mismo, da un poco de pena decirle a personas que solo tienen como recurso su religiosidad, que la Semana Santa como se cuenta tiene muy poca base histórica. A mí me duele. La película La Pasión, de Mel Gibson, que intenta reproducir los Evangelios al pie de la letra... eso no puede sostenerse. Si hay algo que más cambia en los textos es en el principio y en el final.

-Por otro lado, lo que recogen los Evangelios sobre la Pasión es prácticamente mínimo, ¿no es cierto?

-Si la vida de un personaje dura de seis meses a un año, según los tres primeros evangelios o dos años y medio a tres, según el cuarto... han pasado muchas cosas. Reunir todo eso en una semana, ciertamente es una manipulación literaria.

-¿Cómo explica el impacto que a principio de los años 2000 ejerció el fenómeno Dan Brown con la publicación de El Código Da Vinci?

-En un mundo en el que no cabe el mito cristiano, Dan Brown humanizó a Jesús y lo presentó como un ser humano. Aunque ya lo habían hecho otros antes, como en el caso de Jesucristo Superstar. El escritor americano bajó al personaje de arriba, de las nubes, y lo puso aquí. Empezó a decir que esa parte humana está en los verdaderos evangelios, que eso tampoco se había dicho antes. Hasta entonces, se criticaban los documentos canónicos. A Dan Brown se le ocurrió recurrir a los textos gnósticos, del siglo II y III, y se conservan en la traducción del siglo IV, y que no se habían utilizado mucho desde el punto de vista de la literatura. Era un Jesús basado en nuevas fuentes evangélicas, falsas, por supuesto.

-De sus palabras se deduce que la gente de hoy sabe muy poco de la Biblia, ¿estoy en lo cierto?

-Así es, pero esto viene desde muy antiguo. La Biblia es un libro difícil y muy gordo. Hasta el siglo XVI lo leían unos cuantos, pero a partir de la época de Lutero, con la pugna entre el protestantismo y el catolicismo, la "maldad" de la doctrina luterana venía de una frecuentación del libro sagrado de forma ilegítima, sin preparación. Desde antiguo se venía diciendo que la Biblia era tan difícil que solo podían entenderse por medio de una tradición de la Iglesia. Y viene ahora un señor que dice que lee el libro por sí mismo, ayudado por la fuerza de Dios. ¡Qué cosa tan peligrosa! Desde entonces, vino una administración gota a gota de los textos por la Iglesia. Así la gente se ahorraba leer dos mil páginas.

-Los textos sagrados son pura sabiduría popular. ¿Encuentra en sus páginas algún precedente de la actual histeria global por el fenómeno del coronavirus?

-Realmente, no. Mire, si dividimos la Biblia en Antiguo y Nuevo Testamento, en la parte hebrea y griega, nos encontramos con una fuente tan diversa, tiene tantos estratos que, realmente, se puede apreciar que no se daban las condiciones para una pandemia. Pero si hasta el siglo XIX, un virus tardaba tres o cuatro meses en dar la vuelta al mundo porque viajaba en un vapor. Ahora, lo puede hacer en treinta horas si viene de Japón. Hemos cambiado radicalmente. Sí hay histerias antiguas, como, por ejemplo, con la peste, concebida como un castigo divino. En Zamora sucedió. Eso pertenece, más bien, a la historia de la Iglesia, no del cristianismo. Una locura colectiva podría haber sido fomentar el martirio, haciendo una propaganda muy grande de unos pocos mártires. Si viajamos al Imperio romano, parece que hubo miles de mártires, cuando en realidad no llegaron a un millar. Hubo una magnificación política, un acto de propaganda consciente.

-Han pasado dos mil años de los hechos históricos que dieron lugar al cristianismo y nos encontramos en un mundo globalizado y tremendamente difícil de interpretar, ¿cree que el mito de Jesús perdurará?

-Creo que sí, por dos motivos. Por un lado, un gran negocio de dos mil años no se puede perder y, por eso, la Iglesia ya ha empezado a cambiar. Si seguimos viviendo, porque la raza humana tiene tendencias suicidas, Jesús entrará dentro de esa página de la historia de grandísimos héroes y como el cristianismo se habrá convertido en un gran humanismo, la persona seguirá.

-En un panorama en el que no hay otros héroes, ¿su mayor enemigo es la tendencia a no creer en nada?

-La competencia del Dios de los cristianos son los "diosecillos", cada uno tiene los suyos.

-La Iglesia, como usted dice, está empezando a cambiar, ¿vamos a percibir una transformación profunda?

-Tiene que cambiar radicalmente. Más allá de que las mujeres puedan acceder al sacerdocio y se reforme la cuestión del celibato, a lo que yo me refiero es a la constitución ideológica de la Iglesia, a los dogmas y las ideas centrales que sustentan todo el edificio, que es mucho más que una idea. Ese gran edificio se ha tomado como una cosa auténtica, pero a partir de ahora se tomará como algo simbólico.