Es un jamón ibérico de máxima calidad, con menos infiltración de grasa, una carne más oscura y con mucho sabor. El jamón de bellota 100% ibérico es uno de los productos que comercializa la empresa toresana Embutidos Ballesteros bajo su marca "Ibelier" y al amparo de la Denominación de Origen Guijuelo.

Embutidos Ballesteros, cuyo origen se remonta a 1964 y que es una de las empresas más consolidadas y con mayor proyección de Toro, fue una de las firmas pioneras en la venta de jamones con el nuevo logotipo de la DO Guijuelo.

Los jamones de bellota 100% que comercializa Embutidos Ballesteros se curan en Guijuelo, cuyo clima es único e ideal para este proceso. Los inviernos largos, fríos y secos, unidos a los vientos de montaña, permiten que el jamón requiera menos sal para su curación y exprese mejor su sabor natural.

El proceso de salazón y curación en Guijuelo se prolonga durante un mínimo de tres años. En este tiempo el jamón se trata con mimo y cuidado, lo que hace de él un producto único. Así, a partir de los 15 meses de curación se cubren los huesos con manteca y se unta el jamón con aceite para que no tenga sequedad ni se cree corteza.

Una vez alcanzado el punto óptimo de curación, el producto se traslada a la central que Embutidos Ballesteros tiene en Toro, desde donde se reparte a los clientes y a las nueve tiendas de la empresa familiar, que están ubicadas en Salamanca, Valladolid, Zamora y Toro. Además, la fábrica realiza envíos de estos jamones de cerdo puro 100% a cualquier parte del mundo y son muchos los pedidos que se hacen incluso desde otros países.

La empresa familiar ofrece este producto a sus clientes porque quiere que el consumidor pueda elegir el jamón que más se ajuste a sus necesidades, teniendo en cuenta además que estas pueden variar en función de la ocasión.

El jamón de bellota 100% ibérico se distingue por llevar un precinto de color negro que certifica que la madre y el padre del cerdo son 100% de raza ibérica y que además el animal, en su etapa de engorde, se ha alimentado de bellotas y de otros recursos naturales de la dehesa.

Y es que el cerdo del que proceden estos jamones nace y vive en el campo, y se alimenta únicamente de bellota cuando llega la época en la que el fruto de la encina madura y cae al suelo en las dehesas. Este proceso se produce entre septiembre y octubre, y durante el mismo el animal coge el peso adecuado antes de su sacrificio.

Estos cerdos están sometidos a un estricto control, ya que se realizan analíticas antes del engorde, cuando se expide la guía del animal y tras el sacrificio. Si las analíticas no cumplen los parámetros requeridos, el animal no se certifica como de máxima calidad.

Por este motivo, a la hora de adquirir un jamón de estas características, es muy importante fijarse en que, además de llevar el precinto negro con el que se comercializan los jamones ibéricos 100%, este debe incluir el logo de la Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico (ASICI). De esta forma, el cliente tendrá las máximas garantías en cuanto a seguridad y calidad de un producto con un sabor extraordinario y muy definido.