El escritor y periodista leonés Emilio Gancedo estará el 5 de febrero en la sede del Consejo Consultivo de Castilla y León para aportar sus conocimientos y su experiencia al congreso "Razones para quedarnos. Estrategias frente a la España despoblada", organizado por este periódico, perteneciente a la Editorial Prensa Ibérica y Grupo Zeta.

-¿Se está destruyendo la cultura rural con este proceso de despoblación?

-En cierta medida, hay aspectos que estaban abocados a la desaparición, porque había condiciones materiales que eran casi del neolítico. Lo que echo en falta es una evolución hacia lo contemporáneo. En el medio rural se encuentran valores como el de compañía o ayuda mutua, que son muy aprovechables, pero hay que hacer evolucionar ese mundo que ahora se está convirtiendo en una zona de tránsito entre las ciudades, que es donde suceden las cosas. No estamos siendo fieles al legado que nos dejaron. El autor de "Vidas a la intemperie", Marc Badal, dice que el mundo campesino ha desaparecido, pero que se echa en falta un entierro digno. En resumen, hay cosas que está bien que desaparezcan, pero tiene que haber una evolución para que el mundo rural no se convierta en un desierto.

-¿Los habitantes del mundo rural son ya "los perdedores de la Historia" o hay alguna solución?

-Solución hay. Ya vemos que hay gente que consigue asentarse con sus negocios. No es mucha, pero sucede. No solo en ámbitos como el turismo o la agroalimentación. También abogados, escritores o músicos, que hay unos cuantos viviendo en los pueblos. De todos modos, lo que necesitamos es un gran plan de choque. Pero de verdad. Lo que está sucediendo en zonas como León o Zamora es algo que estaba planeado y previsto. Hay otras zonas que se desarrollan mientras estas languidecen.

-¿Es necesario que haya una reacción por parte de la sociedad civil?

-Es importante la rebeldía, y hay un movimiento que nace de la gente y también de la literatura. Hay catedráticos que llevan años hablando de esto y luego llegan escritores como Sergio del Molino y encuentra un término que se entiende. De todas maneras, las instituciones todavía están yendo por detrás y actuando a través de parches. Es necesario plantear un plan de choque y cambiar el concepto. El otro día leí que en Japón hay un tren que se detiene para recoger a una sola persona. Eso denota un cariño por el territorio, y un Gobierno que se preocupa hasta de su último metro cuadrado.

-¿El envejecimiento de la población provoca que, en los pueblos, se pierdan las ganas de luchar?

-Sí. Y también influye el desplome de las cabeceras de comarca, que ha sido la puntilla para muchas zonas. Ahora, pueblo es sinónimo de lugar donde viven cuatro viejos, y que haya gente es algo de ciencia ficción. Han desaparecido los elementos más dinámicos e inquietos de la sociedad. Es realmente triste que un pueblo se muera. ¿Qué legado estamos dejando?