Morales del Vino, Roales, Andavías, Arquillinos, Castrillo de la Guareña, Monfarracinos, Palacios del Pan y Villardondiego. Solo estos nueve pueblos han registrado, según los últimos datos disponibles, más nacimientos que fallecimientos en el ejercicio 2018. Desde Morales del Vino -que con 23 alumbramientos ha sido capaz de mejorar las 14 muertes- hasta Villardondiego, donde el año pasado falleció un vecino y nacieron dos, todos los pueblos con un saldo vegetativo positivo están en esta escueta lista.

Los datos del resto de localidades de la provincia son ya negativos, algo que no es de extrañar en una provincia que, solo por la diferencia entre nacidos y fallecidos, pierde cientos de habitantes año tras año. El mayor saldo negativo se encuentra lógicamente en la capital, que es donde los movimientos naturales de la población se muestran de forma más intensa al ser el principal núcleo urbano de la provincia. El año pasado, siempre según los datos más actualizados del Instituto Nacional de Estadística, nacieron en la capital zamorana 402 bebés, poco más de uno al día. Por contra, fallecieron 722 personas. La diferencia es de 320, muy elevada. En Benavente, por su parte, la diferencia es negativa en 63 personas mientras que en Toro lo es en 62. Resulta llamativa la cercanía entre las dos cifras teniendo en cuenta la diferencia de tamaño entre una localidad y otra.

Los datos del INE dejan además otra serie de estadísticas más que preocupantes para la provincia. En 114 de los 248 municipios de la provincia no nació ningún niño el año pasado. La lista es en este caso tan extensa que es imposible reflejarla, pero en ella aparecen pueblos como Losacio, Trefacio, San Miguel de la Ribera, Otero de Bodas, Vegalatrave, Granja de Moreruela, El Perdigón, Fariza o Fermoselle. En 72 pueblos más nació solo un bebé y en 22 localidades, dos. Solo en siete localidades nació una decena de niños o más. Se trata de Roales, Moraleja del Vino, Villalpando, Morales del Vino, Toro, Benavente y Zamora.

Los datos se suman al conglomerado de estadísticas que hablan del desierto demográfico en el que va camino de convertirse la provincia de Zamora. En lo que va de siglo, según las estadísticas del INE, Zamora ha perdido el 13,74% de la población residente cuando se inició el año 2000. Es, según las estadísticas, la provincia que más residentes se ha dejado en este periodo. Y lo que es más preocupante, la tendencia es muy mala. Las proyecciones de población del INE indican que, de no alterarse la tendencia -algo que hoy por hoy se antoja más que complicado- Zamora perderá otros 26.000 habitantes de aquí a 2030. Zamora, dicen los datos, no ha sido capaz ni de crecer en los tiempos de bonanza demográfica. Entre 2001 y 2011 se produce el mayor crecimiento de la población española. También creció, aunque en mucha menor medida, la población de Castilla y León. Pues bien, ni siquiera durante esta primera década del siglo la población de Zamora llegó a estabilizarse ni mucho menos a crecer. Con la llegada de la crisis económica la curva demográfica de la región cambió su pendiente y la de Zamora no hizo más que agudizar su caída.