El último Informe Foessa fue el punto de partida para el hablar sobre exclusión social en el foro del periódico, al que asistió la secretaria general de Cáritas Española, Natalia Peiro Pérez.

-¿Qué radiografía del país se puede hacer tras el último Informe Foessa?

-La conclusión principal es que la situación de integración mejora, pero se estanca la pobreza extrema y aumenta mucho la desigualdad. Muchos se han recuperado a como antes de la crisis, pero las personas que peor estaban siguen cayendo y se cronifica su situación. En España hay 1.200.000 personas más en situación de pobreza extrema que antes de la crisis.

-¿Y a qué se debe ese aumento de la desigualdad?

-Desde los cambios demográficos hasta el individualismo, que lo que nos hacen es estar muy separados como sociedad y muy desvinculados, muy ajenos. Hay mucha invisibilidad de las situaciones de pobreza y la gente que está bien está como fatigada de la compasión y alejada de las situaciones que ocurren en esa otra parte de la sociedad.

-¿Se puede hablar de algún problema que esté enquistado?

-La emergencia social más grande con la que nos encontramos es el tema de la vivienda y el desempleo es todavía mayor que antes de la crisis. En Castilla y León el 45% de las 110.000 personas que están en una situación de exclusión social están trabajando, pero son empleos precarios.

-¿La recuperación del empleo es preocupante?

-El empleo también ha sido una fuente de desigualdad bastante grande. Las personas que entraron en el mercado laboral hace muchos años lo tienen asegurado y con unas condiciones diferentes a las personas que durante la crisis salieron del mercado laboral. Al volver a entrar lo han hecho en una situación de desventaja clarísima, con unas condiciones muchas veces de temporalidad y de parcialidad indeseada, porque mucha gente querría una jornada completa, pero no está pudiendo. El trabajo ya no se convierte en un mecanismo de integración social por sí mismo.

-¿Cuál es el perfil del usuario de Cáritas?

-La radiografía sería la de una mujer española con hijos a cargo y que, en general, es sustentadora del hogar, ya porque sea una familia monoparental o porque el marido no esté trabajando, así que ella lleva los ingresos principales. Incluso es la que gestiona los cuidados, por lo que intercala etapas de empleo con desempleo. A estas personas las acompañamos una media de cuatro años, porque es muy difícil que los itinerarios sean más cortos para que alcancen una autonomía.

-¿La sociedad valora la labor de Cáritas?

-Es muy fácil que encontremos el apoyo, el cariño y respeto de la sociedad en general y de muchos actores, da igual que sean empresas, partidos políticos o administraciones públicas. Eso también es fruto de ser una organización que tiene 84.000 voluntarios, que nuestra publicidad es la cercanía y la capilaridad que tenemos y que hace que muchas personas conozcan la acción de Cáritas. Nuestros voluntarios hacen un sobresfuerzo, muchos de ellos son jubilados que dedican tiempo a un voluntariado de verdad comprometido. Creo que eso da sus frutos y sí que nos sentimos muy apoyados y valorados.

-¿Son el motor de Cáritas?

-El voluntariado es el alma y el corazón de Cáritas. Hace falta puestos de trabajo técnicos, porque hay muchas cuestiones de proyectos específicos, de atención a personas sin hogar, a mayores o proyectos de empleo que requieren que algunos profesionales estén ahí llevando un poco la carga de los programas que tienen una innovación, una profesionalidad y una calidad técnica que merecen las personas a las que tenemos. Pero no podemos dejar a un lado la calidez junto a la calidad, que haya personas voluntarias que de verdad están ahí y que sigan acompañando en el día a día de las personas que participan en nuestro programa. La primera acogida y la asistencia de las 7.000 parroquias que se abren todos los días por Cáritas es de una persona voluntaria que está haciendo eso porque realmente es su vocación y pone en acción su fe, pero también supone ayudar y estar cerca de los demás, lo que es básico. De hecho, tenemos 84.000 voluntarios y 5.300 personas contratadas en Cáritas.

-¿Qué haría el Gobierno sin organizaciones como Cáritas?

-No puedo negar que muchas veces surge la tentación de no hacer nada un día. Estamos teniéndola ejemplos muy dolorosos para nosotros, como el Aquarius hace meses o actualmente la llegada a Canarias de personas inmigrantes y las Cáritas desbordadas, dejándonos a personas en la puerta de algunas iglesias. Pero estamos ahí para no dejar a nadie atrás, para que no se queden personas desatendidas y llegar donde las administraciones públicas no puedan. Para nosotros es muy importante que haya una sociedad civil y una comunidad que establezca esos lazos de vecindad, de cuidados, que ahora mismo tampoco se ven mucho. Entendemos que el Estado no puede llegar a todo y que tenemos que participar de alguna manera, pero reconocemos que muchas veces no es solo cuestión de subvenciones y dar dinero a las organizaciones, sino que deberían plantearse cuestiones como la vivienda social o la realidad que viven los menores inmigrantes no acompañados. Es responsabilidad del Gobierno que las cosas no pasen y que mucha gente no se quede a la aventura de que puedan encontrar una organización social.

-¿Están desatendidos por parte de los políticos?

-Creo que hace falta la ayuda de todos, pero también a veces hay que establecer prioridades y las personas más pobres tienen otra cualidad, que es que no votan y ese nivel de abstención hace que sus prioridades tampoco estén en ninguno de los partidos políticos, así que se convierte en un círculo vicioso en el que ellos desaparecen de la sociedad y de esa visibilidad tan necesaria también para la agenda política.

-A pesar de todo, ¿cree que hay atisbo de mejora?

-En el Informe Foessa ponemos la esperanza un poco en la necesidad de encontrar algunos consensos que, aunque ahora mismo veamos muy difícil, creemos que es el momento y la oportunidad de encontrarlos para que garanticen espacios de responsabilidad compartida. El Estado no es suficiente, las organizaciones sociales tampoco podemos hacerlo solas, el mercado no es válido para estas personas pero la desigualdad al final trae una falta de paz social que no es buena para nadie. Encontraremos esas necesidades de alianzas que por otras cuestiones como la del clima, la pérdida de democracia o las cuestiones de particularismos o nacionalismos, tenemos que buscar para encontrar una sociedad más cohesionada. nosotros miramos para la gente que está en pobreza y vemos que esta es otro de las cuestiones en las que tenemos que sentarnos a hablar y encontrar algunos consensos de cuál va a ser el papel del todos.