"Recursos para el respeto escolar" es el título de la charla gratuita que mañana viernes ofrece la psicóloga sanitaria Ruth Fernández. Será a partir de las 20.00 horas en el salón de actos de La Alhóndiga y está destinada a padres y profesores, que podrán reservar su plaza en el teléfono 649.93.48.31 para aprender a gestionar situaciones de acoso escolar tanto desde los centros educativos como los hogares.

-¿Cuál es el objetivo de esta charla?

-El objetivo principal es dar recursos tanto a padres como a educadores contra el acoso escolar. Ellos son los que principalmente pueden ayudar a los niños, tanto a los que lo sufren acoso como a los que puedan iniciar o participar en un acoso. Esos recursos sirven para detectar casos, pero también quiero darles otros que puedan ayudar a prevenir, puesto que considero que podemos solucionar muchas cosas así. Eso sí, debe haber un trabajo muy profundo y extenso previo que, últimamente, se está dejando bastante de lado.

-¿Los adultos son quienes tienen la llave para evitar el acoso escolar?

-Sin duda, porque los niños pueden hacer algo en pequeña medida, tienen capacidad de acción y responsabilidad, pero la mayor carga la deben tener los padres, los educadores y la sociedad en general.

-¿Todos nos debemos implicar en evitar este problema?

-A nivel social, tenemos un papel muy importante, como tampoco creo que la responsabilidad esté solo en el profesor y que los padres se puedan despreocupar porque sea algo que haya ocurrido en el colegio. Aunque estemos viendo que no solo surge en el colegio, también se ve que a través de las redes sociales es muy fácil hacerlo. A nivel de hogar, lo que van viendo los niños también es muy importante y si, por ejemplo, se trata de un entorno donde se critica lo diferente o al que tiene una cualidad especial, ¿cómo no van a perseguir eso ellos en el colegio? Hay que tener en cuenta que con el ejemplo en casa hacemos mucho, pero a los menores también les influye la sociedad desde la televisión o las redes sociales. Reciben mucha influencia de parte de la sociedad en general, así que debemos participar, porque es un tema que nos afecta a todos y hay que apoyarlo.

-¿De qué manera se debe actuar en el colegio?

-Lo primero debe ser incluir la prevención antes de que se detecte, como un trabajo anual del centro, dentro de sus posibilidades. No hay que olvidar incluir este tema y concienciar sobre él, porque siempre se persigue al diferente, ya sea porque ser superdotado, porque tenga una sensibilidad especial o porque sea físicamente distinto. Siempre se persigue al diferente y hay que comenzar a ver el ser diferente como un valor. Todos tenemos algo que nos hace distintos y que nos da un valor individual que hay que saber apreciar. De hecho, hay empresas donde se busca eso especial que tiene una persona. Cada uno puede aportar algo maravilloso. Por eso hay que comenzar a concienciar de todo ello, además de infundir el respeto ante nuestras diferencias. Hay un trabajo muy profundo de concienciación en todo ello.

-¿Hay centros que pueden dar alguna pauta?

-Conozco el caso de un país nórdico donde se responsabiliza a los niños mayores de un niño más pequeño del curso anterior. No se trata de cuidar como si fuera un bebé, pero sí ser responsables de que ese niño se lo pase bien en el recreo, no lo insulten ni se metan con él. De esa manera, antes de que suceda algo grave, se corta de raíz. Y al final, si uno no lo veía, lo hacía otro compañero, con lo que se crea, además, una conciencia de grupo porque es un problema que nos afecta a todos. Así han solucionado el problema.

-¿Qué síntomas son los que pueden dar la señal de alarma de que algo ocurre con un niño?

-Lo primero que se debe hacer es hablar con el niño, pero es cierto que a veces tiene miedo, por si el adulto acude al colegio y las cosas se complican. Por eso hay que darles confianza para que hablen. Sobre los síntomas, al niño le puede cambiar el apetito y no quiere comer, lo que es síntoma de estrés y ansiedad. De repente, enferma a menudo, con dolor de barriga o de cabeza, está más nervioso, callado, apático, triste. O justo se pone malo el domingo por la noche o el lunes por la mañana. O le dan mareos incluso, que no es fingido sino síntomas reales de la ansiedad, porque el cuerpo reacciona así. También pueden volver de clase con material escolar roto o faltándose cosas. Cuando se descubren dos o tres de esos síntomas, hay que ponerse alerta.

-¿Y qué medidas hay que tomar cuando el niño es el acosador?

-Primero no criminalizar, aunque sé que es complicado. Soy partidaria de reinsertar, hacer un trabajo con un profesional si hace falta, del mismo modo que con la víctima. Con el acosador habría que hacer un trabajo para concienciar de esas diferencias, ayudarle a desarrollar la empatía y a ponerse en el lugar del otro. Muchas veces no son ni conscientes del daño que le están haciendo a ese niño, porque para ellos es una broma normal. Y el problema no es que el otro sea más sensible, sino que no sean capaces de ver cuánto daño le hacen.

-Según su experiencia profesional, ¿han aumentado los casos de acoso escolar en los últimos años?

-Creo que ahora se sacan más casos a la luz, pero también es cierto que hay un aumento de casos porque las redes sociales los facilitan mucho. Antes solo se podía acosar en clase y uno se cortaba cuando estaba el profesor delante, pero ahora con las redes sociales es mucho más sencillo. Aparte, también considero que este tipo de valores se han abandonado un poco y los padres y profesores deben colaborar más.