Además del recuerdo a nuestros seres queridos, la festividad del Día de Todos los Santos y de Halloween está rodeada de muchas tradiciones y una de ellas es degustar los postres típicos de Zamora de estas fechas que no pueden faltar en los hogares zamoranos.

Se trata de los buñuelos de viento y los huesos de santo, que son los grandes protagonistas estos días tanto en las mesas de los hogares zamoranos como en las pastelerías y panaderías de la provincia. Ambos dulces lucen desde hace días en los escaparates de los diferentes establecimientos y sus responsables llevan varias jornadas dedicados a su elaboración.

El más tradicional son los buñuelos de viento, que son bolas de masa de pequeño tamaño elaboradas con harina, manteca y huevos que después se fríen en aceite caliente. Una vez fritos, se rellenan a través de una pequeña abertura que se hace para este fin. La nata y la crema son los sabores preferidos por los clientes, que se mantienen fieles a los rellenos más clásicos. Además, hay que destacar que estos rellenos, tan agradables para el paladar, nunca pasan de moda.

Huesos de santo

Aunque en los últimos años se han incorporado al mercado nuevas alternativas como el relleno de chocolate o de trufa, estas variedades no han podido competir con el éxito de los de toda la vida, que siguen siendo la crema y la nata. Los más avezados en la cocina incluso se atreven a elaborar los buñuelos con sus propias manos y de esta forma sorprender a sus invitados. Sin embargo, la mayoría de los zamoranos sigue adquiriendo los buñuelos de viento en establecimientos especializados. La historia apunta a que los judíos sefardíes ya elaboraban en el siglo X unos bollos fritos con harina de trigo que se denominan "bimuelos".

La introducción de estos dulces en la celebración de Todos los Santos es una modificación cristiana. Junto a estos reinan en la mesa durante estos días los huesos de santo, que también se venden en grandes cantidades en esta época del año, aunque en menor proporción que los buñuelos. Los huesos de santo se elaboran con mazapán y tienen una forma alargada y cilíndrica. Su elaboración se remonta a comienzos del siglo XVII, aunque el empleo de mazapán es de la época andalusí. Los reposteros zamoranos han llenado ya las estanterías con estos postres típicos, que hacen de estas fechas tan emotivas y de recuerdo de los seres queridos un momento mucho más dulce. Familias enteras se reencontrarán en las diferentes localidades y recordarán épocas pasadas y momentos vividos en compañía de los suyos. Seguramente lo hagan torno a una bandeja de buñuelos o huesos de santo, encargados de poner el toque más dulce en Zamora.